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El G-7 comienza su reunión en Nápoles con grandes diferencias sobre el apoyo para fortalecer el dólar

Victoria Carvajal

Los líderes de las siete economías más ricas del mundo se reúnen hoy en Nápoles para coordinar políticas que permitan apuntalar a recuperación económica mundial creando más empleo, calmar los temores inflacionistas que deprimen los mercados financieros e impulsar las ayudas a Rusia. Pero la coordinación que exigen estos objetivos se ha visto truncada de antemano por la decisión de la Reserva Federal de no subir sus tipos de interés, medida que el mercado exigía para prevenir un mayor declive del dólar. No se descarta, sin embargo, que el Grupo de los Siete (G-7) se pronuncie en contra de la creciente desconexión entre la economía real y los mercados financieros.

Nápoles, una de las ciudades mas caóticas del mundo, se ha embellecido para acoger la 20ª cumbre anual del Grupo de los Siete (G-7). Los jefes de Estado o de Gobierno de las siete principales economías del mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Canadá) se reúnen este año con la satisfacción de haber cumplido gran parte de los objetivos fijados en Tokio hace un año: consolidar la recuperación económica sin presionar la inflación mediante la reducción del déficit público de Estados Unidos, la bajada de los tipos de interés en Europa y los estímulos fiscales en Japón. También han conseguido concluir con éxito la Ronda Uruguay para la liberalización del comercio mundial, aunque aún está pendiente su ratificación, así como iniciar las reformas estructurales para luchar contra el desempleo, aunque en este último capítulo Europa tiene todavía camino por recorrer.Pero este panorama algo más optimista para los Siete -en Tokio barajaban una cifra de crecimiento del 1% para 1993 y este año alcanza el 2,9%-, se ha visto empañado por la inestabilidad de los mercados financieros que ha resultado en una fuerte depreciación del dólar y una preocupante subida de los tipos de interés a largo plazo a ambos lados del Atlántico. El primer efecto podría frenar la todavía lenta salida de la recesión en Japón al encarecer sus exportaciones y el segundo amenaza con entorpecer la recuperación en Europa y con aumentar el coste de la financiación de los déficit de los gobiernos europeos.

Los líderes de los siete países mas ricos se enfrentan a una apretada agenda con -por lo que hasta ahora se ha podido ver-, poca voluntad de colaboración. Los principales temas de discusión serán:

Crecimiento. Las economías más avanzadas han crecido a un ritmo mejor del esperado hace tan sólo un año. De hecho, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en su reciente reunión anual, revisó al alza el incremento del producto interior bruto (PIB) de la Unión Europea (1,9%), Estados Unidos (4%) y Japón 0,8%) para 1994. EE UU seguirá siendo, por tanto, la locomotora de la economía mundial -ha contribuido al 75% del crecimiento del G-7 en el último año- y pretende pedir a sus socios que contribuyan a apuntalar el crecimiento con más bajadas en sus tipos de interés, en el caso de Europa, y nuevos estímulos fiscales, en Japón

Inestabilidad cambiaria. No parece haber consenso entre los Siete sobre qué hacer para evitar un mayor declive del dólar. EE UU ya dejó claro anteayer que no tiene intención de subir sus tipos para sujetar la divisa, mientras que Francia ha anunciado que exigirá a su socio estadounidense que frene la caída del billete verde. Japón, cuya industria se está viendo seriamente dañada por la subida del yen, está interesado en celebrar un comité especial para estabilizar el cambio del dólar. Como mucho, los líderes de los Siete parecen dispuestos a efectuar una advertencia a los mercados sobre el peligro de desconectar la economía real de las finanzas internacionales.

Empleo. Los representantes del G-7 y de la Unión Europea buscarán medidas para dar trabajo a más de 20 millones de parados que viven dentro de sus fronteras. El reto es conseguir que el crecimiento resulte en una mayor creación de empleo. Pero lo más significativo es que es la primera cumbre del G-7 en la que los jefes de Estado debatirán el problema del empleo.

Ayuda a Rusia. Rusia será, una vez más, la asignatura pendiente. Su presidente, Borís Yelstin, acudirá el domingo a Nápoles para participar en la cumbre. El secretario del Tesoro estadounidense, Lloyd Bentsen, declaró esta semana que hay síntomas claros de mejoría en este país.

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