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Tribuna
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Los nuevos dioscuros

Los azares de la vida han emparejado en una misma estampa delictiva a un ex gobernador del Banco de España y a un ex director general de la Guardia Civil, sometidos ambos a pesquisas judiciales y parlamentarias por hechos acontecidos mientras desempeñaban sus mandatos. Desde Castor y Pólux hasta Joselito y Belmontel el público ha mostrado una, marcada predilección por los apareamientos célebres; Rubio y Roldán, machihembrados en la leyenda negra de la corrupción, constituyen un nuevo ejemplo de ese mecanismo automático de emparejamientos nominales trágicos que inmortalizó ya el hermanamiento de santos como Emeterio y Celedonio, anarquistas como Sacco y Vanzetti, soldados como Daoíz y Velarde o bandidos como Bonnie and Clyde.. Huido de la justicia y en paradero desconocido, las opiniones de Roldán sobre esa involuntaria mancuerna pertenecen aún al secreto del sumario; en cambio, se sabe ya que Rubio está indignado de que las circunstancias le hayan colocado en tan incómoda compañía. Aunque las diferencias jurídico-penales entre ambos escándalos sean grandes, es improbable, sin embargo, que la unión simbólica de Rubio y Roldán se borre fácilmente de la memoria colectiva; si las hazañas mitológicas de los dos héroes espartanos han llegado hasta nosotros a través de los siglos, no cabe descartar que las andanzas terrenales de estos nuevos dioscuros sean recogidas en el futuro por el romancero popular.

Con uno de sus chistes habituales, recibidos siempre con recelo por una clase política huérfana de sentido del humor, Joaquín Leguina ha subrayado la anomalía de que el jefe de los guardias se haya escapado con el dinero mientras que el jefe del dinero permanezca vigilado por los guardias para que no se escape. La compulsiva rapacidad de Roldán y su habilidad para el pillaje han demostrado que la naturaleza puede ser mucho más imaginativa y creadora que el arte. A medida que se van conociendo los detalles del rápido y voluminoso enriquecimiento del ex delegado del Gobierno en Navarra y ex director de la Guardia Civil, crece el asombro ante la permisividad o la incompetencia de los dos ministros del Interior -Barrionuevo y Corcuera- a cuyas órdenes trabajó y que tan encendidamente elogiaron su figura hasta poco antes de su fuga.Mientras las denuncias por tráfico de influencias, información privilegiada y cohecho no sean probadas, Rubio es tan sólo un servidor público acusado de fraude fiscal; es decir, un mayordomo del Estado sorprendido mientras sisaba al Tesoro en sus declaraciones de la renta y del patrimonio. El ex gobernador del Bando de España, tan indulgente ahora con sus ocultaciones tributarias, fue anteriormente muy severo con los incumplimientos de otros contribuyentes. En su apasionante libro Banqueros de rapiña, Ernesto Ekaizer cita una frase de Mariano Rubio dicha en septiembre de 1987: "Te recuerdo que a Al Capone lo metieron en la cárcel por no pagar impuestos; hasta el más listo de esos personajes suele cometer un pequeno error

Pero las defraudaciones fiscales de un alto funcionario, obligado por su cargo a dar ejemplo a los ciudadanos, no agota este caso de ventajismo deshonesto. Además, el exgobernador mintió al Congreso, tal vez por una mitómana confianza en que su palabra falsa valdría para los diputados más que los hechos ciertos.

Los niños aprenden a decir la verdad al darse cuenta de que las mentiras terminan por ser descubiertas; Rubio, que ha engañado no sólo a Hacienda sino también a sus amigos, merecería algún castigo aunque únicamente fuera porque su doblez ha servido de pretexto para que beatas viperinas y plumas venales calumnien a una persona íntegra, honrada y decente como Luis Ángel Rojo. La condena -ya dictada- de emparejar al ex gobernador del Banpo de España con el ex director de la Guardia Civil tal vez no resulte excesiva para alguien que traicionó tanto la confianza de tanta gente.

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