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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vigilancia móvil

LA APARICIÓN en las carreteras españolas de vehículos policiales con radar fue ampliamente criticada en su momento por el concepto estático del control de tráfico que implicaba y por los fines recaudatorios que se le atribuyeron. Esos vehículos policiales con radar apostados bajo los puentes o semiocultos en curvas protegidas por la vegetación han sido sustituidos por radares móviles instalados en coches policiales camuflados, que circularán permanentemente por las carreteras a la caza de conductores que rebasen los límites de velocidad.En la estrategia sobre seguridad vial tendente a frenar el alto coste de vidas humanas que provoca la conducción imprudente y temeraria, cualquier medida que pueda modificar conductas de alto riesgo debe ser, en principio, bien recibida. Los radares móviles, vigilantes a cualquier hora y en cualquier lugar, pueden ser una eficaz arma disuasoria de carácter preventivo. Pero a condición de que su política sancionadora sea efectiva, es decir, que se ejerza realmente sobre el conductor que ha puesto en peligro su vida y la del prójimo. Ello requerirá, sin duda, un importante esfuerzo organizativo, personal y técnico de los agentes de tráfico para comunicar inmediatamente al infractor el exceso de velocidad detectado en la pantalla. De no ser así, los radares móviles no servirán más que los estáticos.

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