Mil accionistas de Tibidabo abuchean a De la Rosa y le acusan de falsear las cuentas
La junta de Grand Tibidabo se convirtió ayer en un clamor de los 1.000 pequeños accionistas presentes contra Javier de la Rosa y su gestión. El financiero, que no estuvo presente, utilizó al Consejo de Administración, nombrado por él mismo y que representaba su paquete del 26% del capital, para aprobar unas cuentas de resultados que habían sido elaboradas la noche anterior a la junta y que incluyen pérdidas de 10.924 millones de pesetas. El abogado Tomás Gui propuso una acción social de responsabilidad contra De la Rosa y el anterior consejo de Tibidabo, que fue apoyada por el 2,7% del capital.
La acción de responsabilidad no se aprobó debido a que el consejo utilizó el paquete del 26% de De la Rosa para oponerse. La tumultuosa junta de Grand Tibidabo arrancó con una desagradable sorpresa para los pequeños accionistas. Hasta ese momento, la sociedad había declarado unos beneficios de 16 millones de pesetas, pero el presidente accidental, Juan Cruells, informó de que los beneficios se habían transformado en pérdidas de 10.924 millones.El consejo estaba claramente controlado por De la Rosa, quien, como si de una comedia de enredos se tratase, recibía puntual información sobre el desarrollo de la junta a través del teléfono inalámbrico de su socio Narciso de Mir, camuflado detrás de un biombo y de una fila de plantas tropicales. Cruells y el resto del consejo aguantaron lastimosamente las quejas de los pequeños accionistas, y utilizaron el 26% del capital de la sociedad propiedad de De la Rosa para hacer aprobar esas cuentas, conocidas tan sólo dos horas antes, en medio del griterío ensordecedor del millar de indignados accionistas.
El abogado Tomás Gui, en representación de 60 pequeños accionistas de la sociedad, acusó a Javier de la Rosa y al Consejo de Administración presente en la sala de cometer un "fraude" al hacer aprobar esas cuentas, y afirmó que por este acto y por su gestión al frente de Grand Tibidabo, el financiero merecía "estar delante de un tribunal".
Gui afirmó que las cuentas presentadas por De la Rosa "no son veraces porque no tienen credibilidad y no son legales", por lo que pidió que el consejo las retirara. Asimismo, Gui pidió al consejo que "no apruebe ningún acto de disposición o gravamen de los bienes de la sociedad si no quieren que caiga sobre ustedes la acción de la justicia".
Finalmente, el abogado pidió que la sociedad declinara en el presidente del ICAC, Ricardo Bolufer, el nombramiento del auditor de Grand Tibidabo.
Juan Cruells, en su informe de gestión, que no pudo terminar a causa de los gritos de protesta de los pequeños accionistas, no mencionó el nombre de Javier de la Rosa y achacó el dramático estado de la sociedad a "circunstancias ajenas" a la gestión: crisis económica, obstruccionismo de la Administración y boicoteo de la banca.
Uno de los momentos de mayor crispación en la sala se produjo cuando Cruells explicó que De la Rosa cedía su paquete del 26% de la sociedad al precio simbólico de una peseta con condiciones, entre las cuales se encontraba la aprobación de las cuentas del ejercicio. En esas cuentas se incluyen como pérdidas las deudas de Javier de la Rosa con la sociedad. Estas deudas, actualmente de 4.230 millones de pesetas, se reducirán a 3.030 millones cuando Grand Tibidabo ingrese 1.200 millones de la venta del 50% de la clínica Teknon.
La intención de De la Rosa es que al reconocer esos créditos como incobrables, la sociedad renuncie a hacerlos efectivos. El capital actual de Tibidabo es de 15.400 millones, que quedará reducido a poco más de 10.000 millones tras esa amortización.
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