_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Oleg Salenko

Fue en el lejanísimo 2 de julio del 50. Aquel día, Schiaffino, exquisito interior de Uruguay (no precisamente un goleador), le habrían marcado cinco goles a Bolivia, según consta en muchos de los textos que recogen la historia estadística de los Mundiales. Schiaffino luego se fue a Italia, ya por entonces el fútbol más rico del mundo, concretamente al Milan, y allí le salió un émulo para la generación posterior, Gianni Rivera. Datos para la pequeña historia del fútbol.Hasta ayer se daba casi como una verdad inapelable que Schiaffino era el único jugador que había marcado cinco goles en un sólo partido de una fase final. Salenko, pues, sólo habría conseguido igualar un récord. Pero quedaban dudas: algunas crónicas de la época le, adjudicaban a Schiaffino sólo cuatro, tres o hasta dos goles aquel día. Canal + se puso ayer en contacto con él y con una sinceridad encomiable explicó que en realidad sólo marcó dos de los ocho goles que encajó Bolivia. Los otros se los repartieron entre Míguez (3), Ghiggia (2) y Vidal. Su versión coincide con la del libro Los Mundiales de fútbol, del periodista argentino Luis Garro, editado en vísperas del Mundial de Argentina.

Así que lo de Salenko es récord absoluto. Enhorabuena.

Salenko suena para el fútbol internacional desde que fue máximo goleador en el Mundial Juvenil de Arabia, en el 89. Aunque es ruso de San Petersburgo (antes Leningrado, antes San Petersburgo, 25X-69) arrancó su carrera en Ucrania, en el Dinamo de Kiev. Fue máximo goleador en el campeonato de la Unión Soviética en la temporada 89-90, y segundo en la 9091. Un intermediario compró sus derechos y lo llevó al Tottenham londinense, pero allí todo se complicó porque no conseguía el permiso de trabajo y se quedó colgado.

Entonces le llegó la oportunidad al Logroñés, que sólo tenía que pagarle 400.000 pesetas al mes. Otras 700.000 las ponía el Dinamo de Kiev, como amortización de la cantidad recibida por el intermediario.

Jugó la mitad del campeonato 92-93, marcó siete goles y convenció. El Logroñés compró definitivamente su ficha y le hizo un contrato de 100 millones por tres años. Esta temporada ha marcado 16 en la Liga y cinco en la Copa, más de un tercio de los goles de su equipo.

Pero el Logroñés quería dinero y Salenko, playa. Por 250 millones ha sido traspasado al Valencia, donde ganará 50 por temporada. Marcos Eguizábal se tira ahora de los pelos, tanto como Paco Roig se frota las manos. La proeza de Salenko ha multiplicado su cotización.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_