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Corea del Sur también asusto a Alemania

Los coreanos cayeron víctimas de la implacable ley de la selva futbolística. Corrieron y lucharon hasta la extenuación, pero fueron comidos por el más grande.Empezó como una exhibición alemana. Una simple caza y captura de una presa asequible. Jim Ho, el seleccionador coreano, dispuso marcajes sudorosos al hombre y se olvidó de los espacios. Cualquier desliz individual o cualquier balón al hueco hizo estragos y los alemanes parecieron haber sentenciado el partido y el grupo con tres goles a bocajarro en el primer tiempo.

Pero sería falso alegar que las conmociones en el vestuario alemán habían generado la repentina reaparición del intratable campeón del mundo. El centro del campo sigue sin definirse ni como fuerza creativa ni como pantalla defensiva. Tras el 2-0, los coreanos empezaron a entrar en el área de Ifigner como un cuchillo caliente en un tarro de mantequilla. La inocencia coreana en el remate dejó intacta la portería alemana hasta el descanso, pero Hwang Sun Hong tardó sólo siete minutos del segundo periodo en acortar distancias y Hong Myung Bo batió a IlIgner desde 30 metros, 11 minutos más tarde. Después, Corea pudo empatar y sólo IlIgner, que pasó de tomar el soo a ser un héroe, lo impidió. Ganó Alemania, pero en Dallas no se vio al campeón del mundo.

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