Luis García puso a México en órbita
Se repitió el guión modelo del Mundial: el fútbol aéreo, rústico, tosco y físico, frente al de juego raso, moderno, estético y técnico. Los irlandeses se agarraron a la primera fórmula. En realidad, son los que defienden con más entusiasmo este ideología futbolística.México, en cambio, apostó por la segunda opción, la que predomina en la selecciones suramericanas. El eterno debate del fútbol cobró, pues, nuevos elementos de referencia. Y el debate lo resolvió un hombre, Luis García. Sus dos goles hicieron bueno todo lo bueno que fabricó México sobre el terreno de juego. El grupo E de este Mundial admite todas las apuestas: mexicanos, irlandeses, italianos y noruegos suman tres puntos cada uno.
Como le sucediera a Italia en el primer partido del grupo, la selección mexicana parecía empequeñecida ante el derroche de fuerza irlandés y su amplio muestrario de pelotazos. El balón vivía en las alturas y los aztecas no encontraban la manera de meterle mano al partido.
A los treinta minutos, la balanza se inclinó del otro lado. México logró bajar la pelota al suelo y la empezó a tocar con lentitud, pero con precisión. Al Filo del descanso, la teoría mexicana encontró la recompensa que merecía: tres o cuatro toques al borde del área torcieron la defensa irlandesa y descubrieron un hueco para que Luis García soltara su zapatazo.
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