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Bruselas recibe con gran alivio el fin de la presidencia griega

Lluís Bassets

El Gobierno griego acoge mañana a sus socios europeos en la isla de Corfú al término de un polémico semestre presidencial. Grecia presentó en enero un ambicioso programa de trabajo, con un doble objetivo: seguir el esfuerzo belga de poner en marcha el Tratado de Maastricht y demostrar que el Gobierno de Atenas es europeísta. Seis meses después ningún socio muestra la más mínima satisfacción por los resultados.Lo más positivo es que se han culminado las negociaciones de adhesión, cuestión que se atribuye al mérito personal del ministro para Europeos, Teodoros Pangalos. Pero en los otros capítulos apenas se han producido avances, debido a la debilidad de una presidencia enfocada principalmente en su política interior y minada por la escasa capacidad de trabajo del primer ministro, Andreas Papandreu.

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La cuestión más grave, que subrayan prácticamente todos los socios de la UE, es que Grecia sólo se ha ocupado de alimentar a su opinión pública más nacionalista en el contencioso con la antigua república yugoslava de Macedonia y en sus tradicionales malas relaciones con Turquía. Atenas se ha convertido así en el socio extravagante, que ha condicionado toda la política europea hacia los Balcanes.

Ha seguido apoyando a Serbia en la compleja negociación del fin de la guerra en Bosnia y ha vetado la concesión de ayudas a Albania alegando que no se respetan los derechos humanos de la minoría griega.

Ha intentado forzar la agenda de la UE para empezar el 1 de enero de 1995 las negociaciones de adhesión de Chipre, con el objetivo de obtener una victoria política sobre Turquía, que mantiene ocupada la mitad de la isla.

Por último, ha impuesto un embargo unilateral sobre Macedonia, con la excusa de la utilización de un nombre y unos símbolos griegos por la república vecina.

Bloqueo a Macedonia

El bloqueo sobre Skopie, que coincidió con los primeros días de la presidencia, ha sido recurrido por la Comisión Europea y condenado por los otros socios, creando una situación insólita ante el Tribunal Europeo, obligado a escuchar en audiencia a los representantes de la Comisión en su pleito contra el Estado que preside el Consejo de Ministros.

El éxito de la cumbre de la isla de Corfú depende ahora en muy escasa medida del trabajo de la presidencia, entre otras razones porque Papandreu, el único mandatario griego que puede tratar de tú a tú a los otros primeros ministros en el asunto más dificil, que es la elección del sucesor de Jacques Delors, no Puede hacer grandes esfuerzos debido a su dolencia cardiaca y a su edad. La presidencia griega, pues, dominada por el crepúsculo vital y político de Andreas Papandreu, confirma el difícil lugar que ocupa Grecia.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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