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El Banco Mundial quiere controlar más los créditos al Tercer Mundo

Javier Moreno

Decidido a hacer frente a la oleada de críticas que se avecinan ante su 50 aniversario, el Banco Mundial (BM) ha resuelto controlar de forma más estricta los créditos que otorga a los países subdesarrollados para la construcción de infraestructuras. La escasa eficiencia, la falta de mantenimiento y el despilfarro son las causas de que el ímpacto de las infraestructuras financiadas por el BM en el desarrollo de estos países haya sido menor de lo esperado.

El último informe del banco, dado a conocer ayer en Washington, propone además aumentos de hasta el 80% en el precio de algunos servicios, como el ferrocarril. La intención, paradójica, es hacerlos accesibles a los más pobres. El Banco Mundial considera que la población más desfavorecida de los países subdesarrollados no se ve privada de los servicios más elementales (agua potable, electricidad, alcantarillas o transporte) por su escasa renta, sino porque no tiene acceso a estas infraestructuras.En su Informe sobre el Desarrollo 1994 el Banco Mundial proporciona numerosas cifras en apoyo de sus tesis. Un ejemplo. Tan sólo el 3 1 % de los peruanos que se encuentran entre el 20% más pobre disfrutan de agua corriente. En el otro extremo de la sociedad, el 20% más rico, este porcentaje se eleva al 82%.

Para corregir este deficiente acceso de los más pobres a las infraestructuras, el Banco Mundial propone un espectacular aumento de precios. "Los pobres no tienen acceso a los sevicios", asegura Antonio Estache, uno de los economistas del banco que ha contribuido al informe anual, "así que si se subsidian, son los ricos los que se benefician". En promedio, los aumentos de precios que propone el Banco Mundial son un 40% para la electricidad, un 70% para el agua, y un 80% para los ferrocarriles.

El Tercer Mundo lograría con estos incrementos de precios unos 123.000 millones de dólares adicionales (unos 16,7 billones de pesetas) cada año, según los cálculos del BM. Aproximadamente un 60% de lo que se invierte en infraestructuras cada año en estos países. El Banco Mundial sostiene que con este dinero se podría facilitar el acceso a estos servicios a los más desfavorecidos.

Con ser brutales, estos aumentos de tarifas no son suficientes para recaudar en su totalidad los aproximadamente 200.000 millones de dólares (27 billones de pesetas) que el Tercer Mundo invierte en infraestructuras cada año. Las necesidades siguen siendo inmensas. Unos 1.000 millones de personas en estos países siguen sin tener acceso a la red de agua potable; otros 2.000 millones carecen de instalaciones sanitarias o de energía eléctrica.

El informe del banco contiene también algunas sugerencias bien contundentes. Unas sugerencias que los países subdesarrollados deben tener muy en cuenta si quieren seguir recibiendo los créditos de esta institución. Básicamente, las exigencias del BM se centran en que el Tercer Mundo organice sus empresas públicas como si fuesen privadas, que introduzca elementos de gestión comercial en los proyectos de infraestructuras y que recuperen los costos de los servicios que prestan. El banco cifra el ahorro de estas medidas en 55.000 millones de dólares.

Con esta batería de exigencias, los ejecutivos del Banco Mundial intentan protegerse de la campaña de críticas que más de 100 Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) han lanzado este año, aprovechando el 50 cumpleaños del BM. Una campaña que culminará el próximo mes de octubre en Madrid, durante la asamblea anual del banco.

Mientras, el tono de aviso a sus clientes queda claro ya en el prólogo del informe presentado ayer, donde el presidente del banco, el estadounidense Lewis Preston, escribe: "El éxito futuro implica que se construya sobre las lecciones aprendidas". Un avisopara navegantes que se explica por la decisión del banco de controlar más estrechamente la evolución de los proyectos que financia. Sus expertos son también conscientes de otros problemas. Enfrentarse a los desafíos del futuro en los países en vías de desarrollo implica mucho más que cuadrar cifras de inversión, necesidades o créditos. Implica, sobre todo, afrontar la escasa eficiencia, el despilfarro y la corrupción.

Por término medio, los países en desarrollo son incapaces de utilizar el 40% de su capacidad de generación de energía eléctrica. La plantilla de los ferrocarriles en Africa y América Latina es el doble de la necesaria, según el BM. Y con todo, el problema principal es la falta de mantenimiento: carreteras que se deterioran, canales de riego con fugas, bombas de agua que se estropean, instalaciones sanitarias inundadas y líneas de teléfono muertas.

Los números son espeluznantes. Un tercio de las carreteras construidas en el África subsahariana en los últimos 20 años -con un valor total de casi 2 billones de pesetas- se han perdido por falta de mantenimiento. En América Latina, los expertos calculan que por cada dólar que se recorta en mantenimiento, se tendrán que gastar entre tres y cuatro en reposición prematura de infraestructuras.

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