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Lectura andaluza

Aunque la interpretación general del resultado de las elecciones andaluzas ha tendido a resaltar las dificultades que los mismos van a plantear al PSOE para poder gobernar la comunidad autónoma, no creo que vaya a ser así.En mi opinión, el resultado de las elecciones andaluzas del pasado domingo no plantea serios problemas al PSOE para gobernar la comunidad autónoma. Sí se los plantea, sin embargo, al Gobierno de la Nación y al PSOE en cuanto partido que tiene que competir políticamente el próximo mes de mayo en elecciones municipales en todo el territorio del Estado y en elecciones regionales en 13 comunidades.

Quien repase la historia de este último decenio comprobará que a lo largo del mismo ha habido gobiernos minoritarios, esto es, sin mayoría absoluta, en bastantes comunidades y en varias ocasiones, y en ningún sitio se han planteado problemas serios de gobernabilidad. Una comunidad autónoma no es el Estado, y los problemas de gobernabilidad en aquélla y en éste son completa mente distintos. La función legislativa tiene un peso muy limitado en las comunidades. Las grandes decisiones políticas y económicas no son regionalizables y se toman en el Parlamento nacional. Y en la elaboración y posterior ejecución del presupuesto de la comunidad hay muchas formas de llegar a acuerdo. No se puede te ner paralizada a una región. Y con la relación de fuerzas que existe en este momento, la sociedad andaluza no ha ría responsable del fracaso al PSOE exclusivamente, como hacía en el pasado. A partir de este momento, cada palo tendrá que aguantar su vela, y no es tan escaso el margen de maniobra del que dispone un Gobierno mi .noritario, pero frente al cual no existe alternativa. Con la redacción del Estatuto de Autonomía andaluz, que prevé la designación automática del candidato del parti do con mayor número de escaños como presidente de la Junta de Andalucía a los dos meses de la constitución del Parlamento, el PSOE no etá presionado por plazos pe rentorios y urgentes como el contemplado en el artículo 99.5 de la Constitución y en algunos estatutos de auto nomía.

Los resultados andaluces han sido malos, sobre todo para el PSOE, como partido de gobierno de la Nación. En la zona del Estado que le es más favorable y con una participación muy alta (más del 67%), el PSOE ha puesto de manifiesto que ha dejado de ser un partido de gobierno, esto es, un partido portador de un programa de gobierno aceptable para la sociedad española.

Porque esto es lo que diferenciaba a las elecciones andaluzas de las europeas. En estas últimas no había que ofrecer un programa de gobierno, porque se elegía parcialmente un Parlamento, que no designa a ningún Gobierno y que tiene unos poderes muy imprecisos. En las andaluzas, por el contrario, sí había que presentar a partir de la representación de determinados intereses u programa de gobierno para toda la sociedad es donde el PSOE no ha conseguido convencer al electorado.

Ciertamente el PSOE ha ganado en Andalucía, y no es nada fácil que deje de ganar en las próximas elecciones autonómicas, cuando se celebren. Pero con el apoyo que ha obtenido y con la distribución geográfica del mismo no puede plantearse competir con éxito en todo el territorio del Estado. Son las elecciones andaluzas y no las europeas las que han puesto de manifiesto que el PSOE necesita un proyecto de futuro para el país.

Andalucía sigue expresándose políticamente de manera distinta a como lo hace el resto del Estado. Pero no con tanta intensidad como para permitirle al PSOE resistir el avance del centro-derecha.

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