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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Contra el paro

MÁS DE 35 millones de personas están sin empleo en el conjunto de los 25 países más ricos del mundo agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La mitad corresponde a los países de la Unión Europea (UE). Asumido está, además, que el proceso de recuperación que estas economías están iniciando no será lo suficientemente intenso como para reducir de forma significativa la gravedad de ese cuadro; y mucho menos para recuperar los elevados niveles de empleo de las décadas de los cincuenta y sesenta, pese a las oportunidades creadas por la creciente liberalización y expansión del comercio y la inversión internacional. Sobre esa base -sobre la amenaza que esa situación supone en términos de deterioro del tejido social Y pérdida de autoridad de los sistemas democráticos, los ministros de Finanzas de los países de la OCDE han respaldado en su asamblea anual una es trategia de lucha contra el desempleo, elaborada durante los dos últimos anos, que emplaza a los Gobiernos a dotar de mayor flexibilidad a sus mercados la borales y a modificar sus sistemas de protección so cial. Quedan descartadas todas las alternativas basa das en el proteccionismo o en el reparto del trabajo. El informe de la OCDE contiene más de 60 recomendaciones orientadas a ese propósito de creación de empleo, de las que es fácil deducir una exigencia común: las reformas estructurales y en particular de los mercados de trabajo. Los grandes enunciados en que se sintetizan esas recomendaciones incluyen la adopción de estímulos a la creación de nuevas empresas -reducción de costes y simplificación de trámites-, mayor flexibilidad - en las modalidades de contratación y en la fijación de salarios, adopción de una política activa de empleo, mejora de los sistemas de educación y de formación profesional y reforma de los sistemas de seguro de desempleo, básicamente, mediante la reducción de los periodos de percepción.

Terapias todas ellas no muy distintas, aunque con un mayor énfasis desregulador, a las definidas en otras iniciativas supranacionales anteriores: el Libro Blanco de Delors, las de la cumbre de Detroit de principios de año o las contenidas en el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Conocido es el fuerte contraste entre los mercados laborales de EE UU y Europa. Frente a ese 6% de paro que presenta el primero, la Unión Europea camina desde el 11 % actual al 11,7% previsto por la Comisión. para final de este año. La rigidez en los mercados laborales europeos, sus mayores costes -sociales y la existencia de esquemas de relaciones sindicales que frenan la competitividad contrastan con la flexibilidad y el di namismo del mercado laboral estadounidense. A cambio, la consecución de tan bajas tagas de desempleo en EE UU tiene como contrapartida la abundancia de puestos de trabajo de baja cualificación, mal pagados, cuyas ganancias de productividad son muy limitadas. Flexibilidad en las relaciones contractuales y cualificación de la fuerza de trabajo siguen siendo las dos principales ventajas comparativas de ambos modelos cuya convergencia parece ser la síntesis de esas recomendaciones de la OCDE. En su aplicación, no habrán de ser los Gobiernos los únicos agentes activos. Empresarios y trabajadores tienen ante sí la obligación de asumir un papel esencial. Es imprescindible la revisión de talantes y actitudes, y su adecuación a un sistema económico en constante cambio hacia la intensificación de la competencia entre las empresas y entre las naciones. Nunca con más intensidad que ahora se ha planteado ese dificil equilibrio entre la preservación de las ventajas de los empleados y la reducción de la adversidad de los que están fuera del mercado de trabajo: entre los recursos destinados a subsidiar la pasividad y los asignados al fomento de iniciativas generadoras de empleo.

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