La hora de la verdad
En política hay, al menos, una verdad poco discutible: el resultado de unas elecciones democráticas. Tras dos semanas de campaña oficial y otras seis de precampaña, José María Aznar, el candidato esencial del PP en estas elecciones europeas, se enfrenta al veredicto de las urnas en las mejores condiciones posibles: un Gobierno diezmado por los escándalos, acosado por la crisis económica y la conflictividad social, v con un voto de confianza pendiente en el Congreso. Todos estos elementos, que en los mítines tienen nombres y apellidos -Roldán, Rubio, Filesa, Santana- han sido aprovechados por el líder del PP para solicitar , un voto de castigo al Gobierno.Sin embargo, Aznar ha hecho algo más en esta intensa campaña: ha aprovechado sus discursos en diversas ciudades para ir desgranando su proyecto, que él califica como un "proyecto nacional de regeneración política basado en la idea de España, en el Estado nacional". Es un proyecto dibujado, por el momento, con el trazo grueso del lápiz electoral, pero con un innegable perfil de programa de Gobierno fuerte, con un claro acento castellano, en el sentido de la raíz más profunda de España. A buen seguro, los nacionalistas vas cos y catalanes, convertidos por la coyuntura y el sistema electoral en partidos bisagra, habrán prestado atención a las palabras de Aznar. La regeneración ética y moral de la política, con menos intervencionismo partidario en las instituciones del Estado, la recuperación económica, basada en la reducción del gasto y en una gestión más eficaz, y una política exterior fuerte son los otros ejes del proyecto de Aznar.
Esa idea de fuerza, que impregna todo el discurso de Aznar, es la que aparece también en el lema de la campaña popular, "Fuertes en Europa", y la que palpita en todas las intervenciones sobre las relaciones con las UE. Abel Matutes, que en estas semanas ha demostrado ser un cabeza de lista experimentado, diplomático, afable, ha quitado intensidad al mensaje sustancial del PP, que pide una mayor energía, una mayor dureza frente a la Comisión Europea para proteger a agricultores y ganaderos.
La condición de Matutes de ex comisario europeo -a él le gusta decir ex ministro europeo- amortiguado el escepticismo que late en el fondo del dicurso popular frente a la Europa política y social. Sin renegar de la idea de Europa -"¿quién en Europa o en España puede damos una lección de sentido de la historia si durante siglos Europa se gobernó desde Castilla?", dijo Aznar en Valladolid-, el mensaje del PP es nítido: negociar con dureza en Bruselas aun a costa de parecer menos europeístas.
Al margen del ruido de descalificaciones, acusaciones e insultos que genera toda confrontación electoral, la campaña de las elecciones europeas de 1994 ha tenido un alto contenido político y puede ser muy importante para el futuro del proyecto de Aznar de agrupar una nueva mayoría social. Como dice,Matutes al concluir sus intervenciones en los mítines, "ahora no podemos fallar". Para Aznar ha llegado, otra vez, la hora de la verdad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.