Firmas
Estaba firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid, cuando una señora me puso delante una no vela y me pidió que se la escupiera en lugar de firmársela. Yo estaba un poco pasado de copas, la verdad, ya que habitualmente no bebo y me había tomado tres cubalibres, por que el librero se creía que era alcohólico y quería que me sintiera gusto en su caseta. Los libreros sor muy amables, pero piensan, a veces con razón, que los escritores somos alcohólicos. También suelen cree que fumamos mucho y nos ofrece tabaco todo el rato. Yo sólo bebo fumo en la Feria del Libro, por no dañar la imagen del colectivo, y en Año Viejo, para no sentirme desplazado, pero al día siguiente estoy hecho polvo. Lo malo es que si te niegas a fumar y a beber se creen que eres cocainómano, pederasta o, lo que es peor, que no eres un auténtico escritor. Y algo de razón tiene también en eso, porque la gente a la que no le pasa nada inconfesable se dedica a otras cosas muy digna pero no escribe.El caso, ya digo, es que estaba un poco pasado de copas y tenía allí delante a una señora pidiéndome que le escupiera la novela en la tercera página, que es en la que habitualmente pongo lo del "sincero afecto". Recuerdo que en ese momento pasó un tío disfrazado de Wally y a mí aquello comenzó a parecerme una pesadilla estupenda "¿Se la escupo con mi sincero afecto con un fuerte abrazo?". "Escúpala con pasión, porque es para una cuñada que le admira a usted mucho"
A la gente que había detrás del señora le gustó el detalle y me paso el resto de la tarde escupiendo sobre mi propia obra. El librero, horrorizado, no hacía más que pasarme cubalibres para ayudarme a superar el trago: no se dio cuenta el pobre de que mi vicio inconfesable es ése, escupir sobre lo que más quiero Otros se destruyen con ginebra.
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