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Los 'asesinos del juego' intentaron reclutar adeptos entre sus amigos

Ninguno de los allegados a los jóvenes comprende la atrocidad. La pareja se había formado hace unos tres años con la llegada de Félix, el menor, a la calle de Carlos Caamaño, donde también vivía Javier, un chaval estudioso, cuyos padres ejercen profesiones liberales. Javier, estudiante de tercero de Químicas, y Félix, alumno de COU en la rama de letras puras -anhelaba ser escritor-, son descritos por amigos y vecinos como solitarios.Ambos fueron detenidos la noche del pasado domingo cuando se dirigían a casa de Javier, el cabecilla y organizador del juego, para coger los cuchillos tipo Rambo que éste guardaba, según fuentes policiales. Llevaban en el bolsillo los guantes de látex, al igual que la noche del 30 de abril, cuando acuchillaron, bajo una marquesina de autobús, a Carlos Moreno, casado y con tres hijos, empleado de limpieza de la empresa Impecable. Fue una víctima elegida al azar.

Aquella noche, el juego consistía en matar a una mujer antes de las 4.15. Después de esa hora, la víctima tenía que ser un hombre con "cara de tonto, mayor y gordito". Esa persona fue Carlos Moreno Fernández.

Esperaba el autobús de la línea 7. A los ojos de sus ejecutores, reunía las características. Antes de localizarle, habían desestimado a otras siete víctimas, como una anciana que tiraba la basura o varias jóvenes acompañadas de sus novios.

Para que la policía creyese que se trataba de un robo, sustrajeron 3.000 pesetas a Moreno. Después le asestaron 16 puñaladas. El espeluznante relato sería luego anotado en un diario por Javier. El texto fue descubierto por la policía el pasado domingo, tras las detenciones.Al ser capturados, confesó Félix, el chaval que alardeaba de ser escritor en el instituto del barrio de Manoteras -donde mataron al limpiador- Javier, en cambio, mantuvo su inocencia durante los interrogatorios. Al serle mostrado el diario, dijo que era una mera ficción.La autopsia determina que el cadáver mostraba 16 cuchilladas -varias en la cara, dos en la cabeza, una en la espalda, cuatro en el cuello, dos en el abdomen...- "Que lo paguen bien caro. Esto no puede quedar así", sollozaba ayer en su casa la esposa de la víctima.Cara a un sacerdote

Días después de cometer el crimen, Javier Rosado, el jefe del clan, comentó con regocijo a varios amigos del barrio su fechoría. Su idea era reclutarlos. Uno de estos chavales, aterrorizado, acudió a un sacerdote y le confesó todo. El religioso, en ese momento, le instó a que averiguase si era real lo que le había contado Javier y, en ese caso, cuáles eran sus planes futuros.

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El muchacho vio en. un programa de televisión que el crimen que le había relatado Javier se ajustaba por completo a lo que decía el presentador sobre la muerte de Carlos Moreno. El joven, aterrorizado por la posibilidad de que Javier y Félix materializasen nuevos planes, informó a su padre. Y éste, a la policía.

Fuentes próximas a la investigación consideran que Javier y Félix son dos psicópatas.

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