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Un laboratorio del futuro

Cualquier ciudadano de uno de los Doce puede participar como candidato y como elector en los otros Estados

Lluís Bassets

La novedad más sustancial de las elecciones europeas de los próximos días 9 y 12 es que, por primera vez en la historia de la Unión Europea (UE), cualquier ciudadano de uno de los Doce puede participar como candidato y como elector en cualquiera de los otros Estados.En el país más pequeño de la Unión, el Gran Ducado de Luxemburgo, las nuevas reglas de juego electorales tienen un significado especial. El 30% de la población es de origen extranjero. En las escuelas primarias representan el 40% del censo escolar. Y sólo el 50% de la población activa es luxemburguesa.

Las especiales circunstancias de Luxemburgo tienen un reflejo en las elecciones. El Gran Ducado obtuvo unas condiciones especiales en el Tratado de Maastricht, de forma que se precisan cinco años de residencia para contar con el derecho de voto, y 10 para ser candidato. Una lista electoral de tendencia populista reivindica el mantenimiento de los derechos ciudadanos exclusivamente para los luxemburgueses. Pero otra, al otro lado del espectro político, está trufada de europeos de origen no luxemburgués.

Los verdes luxemburgueses, agrupados bajo las siglas GLAE (Lista Verde Alternativa Ecológica) y GAP (Verdes Partido Alternativo), van juntos a las elecciones para parte del voto de quienes no han nacido en el Gran Ducado. Son 199.700, entre los que se cuentan 42.000 portugueses. Casi 9.000 trabajan en instituciones europeas. Así, este país de 400.000 habitantes parece más un laboratorio del futuro de Europa que un residuo de los principados decimonónicos.

Los españoles que viven en Luxemburgo son unos 2.500, de los que sólo 133 se hallan inscritos en el censo electoral. Pablo Sánchez, de 38 años, contable y gestor administrativo, nacido en Fernán Núñez (Córdoba), se presenta como candidato al Parlamento Europeo en la lista de los verdes. Milita en Izquierda Unida y en el PCE y es muy activo en las asociaciones de emigrantes españoles. Asegura que "apenas hay problemas de racismo o de xenofobia en Luxemburgo", pero su lista tiene "un programa claramente en favor de los extranjeros". Pablo está casado con una portuguesa y tiene tres hijos. "Hablamos francés en casa", dice. El chico mayor habla español y portugués, pero los otros no. "Queremos que los otros los hablen, pero el sistema escolar luxemburgués lo hace muy difícil", explica.

En Luxemburgo, los niños extranjeros deben aprender alemán, luxemburgués y francés, además de su lengua propia y del inglés. "No he pensado en regresar. Me siento luxemburgués y también español", explica el candidato. Pablo Sánchez quisiera tener la doble nacionalidad, y en su defecto, que existiera de verdad una nacionalidad europea.

Matrimonios mixtos

Los portugueses son los más numerosos. En algunos pueblos, como Larochette, constituyen mayoría y son los propios luxemburgueses quienes aprenden a chapurrear el portugués. Hay muchos matrimonios mixtos. Los portugueses tienen taxis, discotecas y tiendas; hay ingenieros y empleados de banca, periodistas y políticos.

Sólo 1.356 portugueses están censados para estas elecciones, menos que los italianos (2.835) a pesar de que son más numerosos. En la lista de los verdes, una auténtica lista internacionalista donde también hay una alemana y una holandesa, se encuentran dos portugueses que representan situaciones características.

Guida Henriques, de 26 años, es periodista y hace un informativo en lengua francesa en Radio Latina, una emisora que también emite programas en portugués, español e italiano. Llegó con cinco años a Luxemburgo, pero mantiene la nacionalidad de origen. Ha estudiado en Bruselas y está casada con un portugués. Habla portugués con su marido, pero se desenvuelve mejor en francés. Guida no piensa en regresar, pero quiere preservar su identidad a toda costa: "Quiero comprar una casa aquí y formar una familia. Mis hijos quiero que sepan el portugués".

El otro caso es Félix Braz, de 28 años, nacido en Luxemburgo y de nacionalidad luxemburguesa. Es el secretario general de uno de los grupos ecologistas, GLEI. Ha estudiado Derecho, aunque no ha terminado la cartera, en París y ha trabajado de periodista para la RTL en luxemburgués desde Francia. "Mis padres son portugueses. He nacido aquí. He vivido aquí. No es que no me sienta portugués. Quizás me siento ante todo portugués, pero en realidad es que soy luxemburgués. La doble nacionalidad sería lo mejor".

Félix es una joven promesa de la política local y el más locuaz de los candidatos ibéricos. "El debate sobre Maastricht versó casi exclusivamente sobre el derecho de voto para los extranjeros", asegura. "El problema era sólo saber cuántas derogaciones se conseguirían. Por eso la extrema derecha aprovecha que los grandes partidos son incapaces de ofrecer el mensaje europeo como algo positivo. Presentan lo que hay como algo que viene de Bruselas, ante lo que sólo cabe conseguir derogaciones temporales".

Este portugués de corazón y candidato verde es un político luxemburgués de una pieza, que observa las elecciones europeas (aquí coinciden con las generales) como un momento más de la política local. "Aquí no existe ningún riesgo de un partido comunitario. Es absurdo el temor de un voto portugués o extranjero. Los portugueses son socialistas, comunistas, verdes, como en cualquier sitio. Si algún imbécil intenta hacer un partido portugués nadie le votará. Pero Luxemburgo ha querido inscribir en la ley que está prohibida una lista con más del 50% de inmigrantes".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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