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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Asi están las cosas

A UNA semana de las elecciones europeas, el Partido Popular aventaja claramente al socialista, pero el desenlace final sigue siendo incierto por la existencia de un 40% de electores, en gran parte antiguos votantes del PSOE, que se muestran indecisos. Al igual que hace un año, es el votante fronterizo entre el PSOE e Izquierda Unida el que se muestra más dubitativo. La participación prevista, en torno al 65%, refleja el interés suscitado por una consulta planteada como una reválida del Gobierno y de cuyos resultados podría depender el adelanto de las elecciones generales. En las andaluzas, el descenso del PSOE y simultáneo ascenso de sus rivales a izquierda y derecha configura un panorama abierto a múltiples combinaciones. Ésas son las principales conclusiones del sondeo que hoy publica EL PAÍS.Hace un año, el PP aventajó al PSOE en los sondeos hasta el primer debate televisivo entre González y Aznar, 15 días antes de los comicios. La victoria del candidato popular en ese duelo dio verosimilitud a la hipótesis de un triunfo electoral del PP, y ello movilizó al sector indeciso del electorado socialista. Esa experiencia paradójica -no fue el González vencedor del segundo debate, sino el derrotado del primero el que movilizó las reservas socialistas- aconseja cautela en las predicciones: la distancia de seis puntos en favor del PP ahora pronosticada es considerable, pero no está descartado que pueda reducirse en la última semana de campaña. Si así fuera, sería absurdo considerar deslegitimado al Gobiemo por un retroceso socialista en las europeas, especialmente si la participación, aun siendo alta, queda lejos del 77% de hace un año.

De momento, la desmotivación del electorado socialista contrasta con la movilización de los votantes populares: el 83% de ellos dice que votará con seguridad, y el 75%, que lo hará al PP. Por su parte, la fidelidad garantizada es sólo del 55% en el electorado del PSOE, y no supera el 65% entre los votantes de IU. Con todo, el PP apenas supera en dos puntos y, medio su porcentaje del año pasado: del 34,8% al 37,3%. Con la abstención prevista, ello supondría quedar bastante por debajo de los ocho nifflones de votos del 6-J. Esos resultados son seguramente un reflejo de la opinión según la cual una eventual victoria popular se debería más a errores del PSOE que a méritos del PP. Así lo piensan 8 de cada 10 electores, lo que parece demostrar que la irritación hacia los socialistas no se traduce por el momento en una fuerte atracción hacia el PP.

El sondeo refleja que, pese a la contigüidad existente ahora entre el PSOE y el PP, las transferencias de votos entre ambas formaciones son todavía escasas. De todas formas, es significativo que el 5% de los electores socialistas de 1993 haya decidido votar esta vez al PP. Tal vez el gesto de Damborenea refuerce esa tendencia. Llama la atención que el tránsito sea menor hacia IU, pese a que los electores socialistas se consideran más próximos a esa formación que a la que preside Aznar. Seguramente ello se debe a que buena parte de ese 40% de indecisos pertenece al sector que duda, entre la abstención, el PSOE e IU: precisamente el sector cuyo decantamiento en el último momento en favor de González dio la victoria al PSOE hace un año.

A la repetición de esa baza juegan ahora los socialistas, advirtiendo de los efectos en la política interior de una victoria de la derecha en las europeas y tratatido de polarizar la campana entre los dos primeros partidos, con exclusión de terceros. Objetivo que difícilmente lograrán en Andalucía, donde IU podría superar el 18% y alcanzar los 20 escaños, casi el doble queen las autonómicas de 1990. En estas elecciones el trasvase de votos del PSOE a IU es mas significativo que en las europeas, mientras que es aún menor que en éstas el producido entre el PSOE y el PP. Ello explica que en esta comunidad la diferencia entre los dos primeros partidos nacionales sea todavía de 10 puntos, lo que confirma que el retroceso socialista, aun siendo importante, está lejos del derrumbe del centro-izquierda producido en Francia e Italia, por ejemplo.

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