Dolores Aguirre: "Si mis toros se desploman pido análisis de visceras"
Los toros de Dolores Aguirre derribaron siete veces a los caballos el año pasado. El primero, Cigarrero, él solito, en cuatro ocasiones. Fue el que abrió la feria. El hecho no se repitió en las 26 corridas siguientes. Hoy, de nuevo, salen estas reses temibles. "Para demostrar", dice la ganadera, "que los toros bravos toman tres varas", algo inusual en esta feria, después de 22 corridas.Los toros llevan desde septiembre corriendo por el campo. "Pero no trotando, corriendo, dándoles caña de verdad", precisa. "Lo malo es que la ganadería te da constantes lecciones de humildad. Eres exigente con la selección, cuidas los orígenes, pero luego el toro en que más confías es capaz de dejarte en ridículo".
La ganadera, por esta razón, se sobrecoge pensando en el comportamiento que puedan dar sus toros: "¡Mira que si se caen! A lo mejor nos hemos pasado con el pienso, o con la hierba. Nunca se sabe. Este año, además, todos los toros se caen. Pero no es que se caigan, es que se desploman, así, ¡plaff!, doblando las manos y las patas".
Dolores Aguirre no piensa en que alguien pueda drogar los toros: "Tocar los pitones sí; eso, además, se ve. A dos míos los arreglaron en una plaza de provincias y los hice retirar. Fue la primera y última vez. Ya saben todos que por ahí no paso. Ahora bien, si les suministran fármacos es algo que no se puede ver. Pero que el presidente tenga la seguridad de que como mis toros se desplomen y muestren un comportamiento anormal, pido análisis de vísceras".
Las reses de esta ganadera vasca, que vive a caballo entre Berango, al lado de Bilbao, y su dehesa sevillana, proceden de un lote de vacas de Atanasio y sementales del Conde de la Corte. "Compré la ganadería en 1977 para colmar mi afición. Crío el toro que me gusta y la verdad es que se me ha ido un poco la cara para arriba. Son toros que provocan respeto".
Babelia
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