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Entrevista:

"Las armas matan más que el embargo"

Antonio Caño

Jean-Bertrand Aristide, de 40 años, es un personaje que se escapa de los cánones de lo que se entiende por un dirigente occidental moderno. Su filosofía es más compleja, como lo es también su posición respecto a la posibilidad de una intervención militar. En resumen, lo que se deduce de esta conversación con Aristide es que, sin pedirlo expresamente, es partidario de que Estados Unidos actúe militarmente, pero de la forma más limitada posible, contra los golpistas haitianos. El hombre que fue elegido clamorosamente en las urnas en diciembre de 1990 vaticina que los norteamericanos no encontrarían resistencia.Pregunta. ¿Cree usted que las sanciones económicas servirán para expulsar a los golpistas?

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Respuesta. Todo depende de la voluntad política de aquellos que tienen el poder de hacer que se cumplan. Hasta ahora jamás nos han dado lo que hemos pedido. Siempre hemos pedido un embargo total.

P. Voluntad política, ¿de quién?

R. Si la ONU, Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA) juntos no pueden expresar su voluntad política al país más pobre del continente...

P. ¿No cree que las sanciones sólo sirven para endurecer la vida de los más pobres?

R. No, eso es totalmente falso. La realidad sociológica del país nos permite resistir, a pesar del dolor. Hay un 70% de la población que vive en el campo, y allí apenas se sienten los efectos del embargo. Es en Puerto Príncipe [la capital] donde la clase media está más directamente bajo el peso del embargo. El pueblo aguanta porque quiere terminar con las estructuras de represión. Las armas matan más que el embargo, las estructuras injustas matan más que el embargo. El otro embargo, el embargo que impide a los haitianos mandar a sus hijos a la escuela, dura ya varios anos.

P. Si el embargo no funciona, ¿es usted partidario de una intervención militar de EE UU?

R. Mi posición es clara. Si pido algo como una intervención militar estaría en contradicción con nuestra Constitución. Yo soy presidente de la República, por lo tanto tengo el deber de respetar la Constitución.

P. Usted dice que no pide una intervención, pero ¿aceptaría volver a la presidencia después de una acción militar de EE UU?

R. Tengo mis ojos fijados sobre lo que he firmado. He firma do un acuerdo. Dentro del ámbito de ese acuerdo hay pasos que EE UU, que la comunidad internacional, pueden dar para que se llegue a la democracia. Hay que tener la oportunidad de explicarle al pueblo de qué se trata. Se trata de una restauración de la democracia, de profesionalizar el Ejército, crear una realidad pacífica a través de una estabilidad política, que es indispensable para un crecimiento económico.

P. ¿Eso significa que usted acepta una acción militar o no?

R. Es un problema falso cuando lo planteamos así. Estamos hablando de siete millones de haitianos con un Ejército de 7.000 hombres, que ellos solos tienen más del 40% del presupuesto nacional. El Ejército padece hambre, mientras que los golpistas militares, utilizando al Ejército, se han enriquecido y siguen enriqueciéndose. En ese sentido no tenemos enfrente a un Ejército que va a defender a la nación. Entonces, ¿para qué una intervención militar? Bastaría una operación quirúrgica para quitar a los golpistas.

P. ¿Podría precisar más qué es lo que usted está pidiendo y qué es lo que espera de EE UU y de la comunidad internacional?

R. Yo creo que, después de 31 meses de dolor de mi pueblo, hay que pasar de las palabras a la acción y hay que ver esas acciones. Nosotros queremos ver. Y, al ver, ya hablaremos de fe. Eso es lo que estamos pidiendo: acción. Por ejemplo, hace 31 meses que están hablando del dinero de los golpistas, del dinero de los que apoyan a los golpistas, y decían que iban a congelar el acceso a ese dinero en el exterior. Saben que muchos de los poderosos económicamente hablando, que están apoyando a los golpistas, tienen su dinero en los bancos, y nada pasa. Están burlándose de un pueblo que está en medio de un genocidio. Es un genocidio en el sentido que hay una planificación para matar a una generación, y nosotros, ya hemos perdido a más dé 5.000 haitianos y seguiremos luchando pacíficamente por nuestra dignidad. Por eso, cuando hablan de la restauración de la democracia utilizando la intervención militar pienso en por qué todavía no han hecho lo que dijeron que iban a hacer.

P. En Estados Unidos, el ex presidente George Bush y otros han dicho que usted no es un hombre con las condiciones adecuadas para llevar la democracia a Haití.

R. Eso es la manifestación de una política racista. Hay que mentir para esconder esa política racista. Es sólo eso. Es una forma de asesinato del carácter. Yo soy, psicólogo, sé de qué hablo. He tenido el 67% del voto de la población de Haití, y hay que respetar ese voto. Después del golpe de Estado hemos visto a los haitianos luchando hasta el punto que ya hemos perdido más de 5.000 personas. ¿Para qué? Para mi regreso al país. Eso nos obliga a respetar a aquellos que han votado por nosotros.

P. ¿Cree usted que la política de la Administración norteamericana respecto a Haití es racista?

R. Cuando los cubanos y los haitianos se encuentran en el mismo barco, ¿por qué acogen a los cubanos? ¿Porque vienen de un país comunista? No, porque son de un color de piel que se acerca más al blanco. ¿Por qué devuelven a los haitianos?

P. Recientemente, la Administración norteamericana ha asegurado que los golpistas de Haití están implicados en el tráfico de drogas. ¿Cree que es cierto?

R. El mismo presidente Clinton, hace unos días, ha hablado de ese fenómeno, que es trágico. Y él tiene razón, porque la droga pasa por Haití y llega después hasta aquí. Son más de 48 toneladas de cocaína las que pasan por Haití cada año, lo que representa 1.200 millones.

P. ¿América Latina debería respaldar una acción militar?

R. América Latina y la OEA tienen el deber de cumplir con su palabra, una palabra respaldada con una firma. El señor Dante Caputo firmó en nombre de la OEA por la restauración de la democracia en Haltí y, por lo tanto, en favor de crear las condiciones oportunas. No puedo entender una estrategia que se aparte de lo que hemos firmado cuando aún, si quieren, pueden cumplir.

P. ¿Cuáles son sus planes? ¿Piensa seguir en el exilio?

R. Pienso seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora. Estoy haciendo lo que mi pueblo me está pidiendo: su liberación. Nuestros antepasados se echaban al mar cuando los tomaban presos en África para traerlos a Haití. Hoy en día es lo mismo: muchos se echan al mar otra vez para luchar contra la esclavitud de los golpes de Estado.

P. ¿Sigue usted firme en lo que respecta a sus creencias religiosas?

R. De profesión, soy psicólogo. Ese campo me da la oportunidad de cultivar un respeto por el ser humano, tratando de entender al ser humano. Cierto que soy tambien teólogo, por lo tanto mi fe cristiana me permite descubrir a Dios en el ser humano. Dios es signo de respeto. No puedo hablar de respeto para Dios si no amo a mi prójimo. Trato de vivir, de actuar, a partir de esas raíces, raíces de mi le científica, raíces de mi fe cristiana. Como jefe de Estado vivo para la democracia, lucho por la democracia. Por democracia defiendo un sistema donde impere el Estado de derecho.

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