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Aviso a la autoridad

Las estatuas andan revueltas en Madrid. Por un motivo u otro, raro es el día que no suscitan polémica en los medios de comunicación y en los corrillos callejeros. Se habla de ellas en tabernas, verdulerías , tahonas, sacristías, mentideros, colegios, comisarías. Mientras tanto, los iconoclastas, que jamás han desaparecido de la faz de la tierra, se reorganizan en secreto y preparan comandos operativos dispuestos a arremeter contra las efigies. Los enemigos de las estatuas están infiltrados en todos los estamentos de la. sociedad, incluidas las instituciones nacionales y locales.Ha llegado el momento de llamar la atención sobre el variopinto colectivo iconográfico, inofensivo para muchos, pero inquietante y sinuoso para otros. Las autoridades han permanecido aparentemente pasivas hasta el momento. En Madrid no existe un censo de estatuas, ni siquiera están controladas las que habitan en el Retiro. Sin embargo, esas mismas autoridades disponen de cárceles clandestinas donde se pudren esculturas de diversos personajes caídos en desgracia.

Sin pretender tomar partido en cuestiones tan es cabrosas, pero con ánimo de poner a los munícipes sobre la pista de ciudadanos sospechosos, he aquí una primera entrega sobre las actividades ocultas de un individuo que debiera ser objeto de investigación por parte de los servicios secretos del Estado. Se trata de Esteban Martín Burgos, de 34 años, casado, zurdo. Despista sobre su verdadera militancia de icono clasta liberado trabajando como camarero en un café cercano a la glorieta de Bilbao. Y para pasar más de sapercibido, en el citado café se exhiben ostentosa mente las imágenes de las musas.

El tal Martín tiene un talante pacífico y sosegado capaz de embaucar al detective más perspicaz: jamás levanta la voz, luce siempre inefable semblante místico y da la impresión falaz de estar siempre en el limbo o en el parnasillo. Pero no es así. He aquí algunos conceptos vertidos por el señor Martín Burgos en los últimos seis meses ante parroquianos que él considera de confianza:

1. "Hay que acabar con la Cibeles, no porque yo sea del Barça, sino porque esa diosa es una mala madre de un mal hijo, Neptuno. Ambos andan a la greña y se enzarzan cada domingo por cuestión de pelotas. ¿Es ése un ejemplo para el pueblo? Por si esto fuera poco, la muy desalmada es paganaza en territorio cristiano".

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2. "Es mentira que las estatuas carezcan de vida: Valle-Inclán tiene frío y le ponen bufanda todos los años; al caballo de Espartero le gustan los huevos fritos; Daoiz y Velarde, cuando nadie los ve, se ponen tibios de vino en el café Pepe Botella, que está en la plaza del Dos de Mayo; la Mariblanca, que además es puta, como todos debieran saber, es una estatua inquieta que ha corrido por diversos emplazamientos; lo mismo ocurre con Quevedo; el diablo del Retiro ha amotinado a todas las estatuas para que se instale allí la Virgen".

3. "Estas estatuas mantienen a las entidades bancarias; de hecho, el Banco Central vecino de la Cibeles está sostenido por cariátides".

4. "Estas cosas no sólo pasan en Madrid: la estatua yacente y desnuda de Víctor Loui, en el cementerio Père Lachaise, de París, tienta a los visitantes y les incita a felaciones, hasta el punto de que cada cierto tiempo debe ser sometido a una operación de implantación de pene. Asimismo, el Afanneken-Pis, de Bruselas, es un bebedor empedernido de cerveza, razón por la cual se pasa el día meando y enseñando sus partes a menores y señoras de edad".

5. "Las estatuas son enemigas de la humanidad, carecen de corazón y permanecen impávidas ante el dolor ajeno. Por otra parte, todas ellas tienen la cara muy dura, y nadie puede demostrar lo contrario".

6. "Las estatuas, en Madrid, son xenófobas. De hecho, aquí no hay efigie alguna de negros, ni siquiera de Machín".

7. "Si un día les da a las estatuas por amotinarse, nos masacran. ¿Te imaginas un ejército de soldados duros como el pedernal a las órdenes de los reyes godos de la plaza de Oriente?"

Omitimos los conceptos vertidos. por el susodicho Esteban Martín Burgos sobre Botero y su obra. El decoro impide reproducir los exabruptos eructados por el hereje. Asimismo, por respeto a la literatura y al cristianismo, se omite también lo que el bárbaro opina sobre la insinuación de Julio Llamazares referente a que la escultura de la Virgen en el Retiro sea encargada a Fernando Botero.

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