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Seúl enseña los dientes

Corea del Sur apoya la imposición de sanciones al Norte en la crisis nuclear

ENVIADA ESPECIALCierto aire de alivio se respiraba ayer en Seúl. Las triquiñuelas atómicas de Pyongyang desde hace casi un año llegaban a buen término después de que el viernes la paciencia de Corea del Sur pareció quebrarse. El Gobierno de Kim Young Sam enseñó los dientes y se mostró a favor de que el Consejo de Seguridad de la ONU sancione la obstinación nuclear del régimen de Kim Il Sung para que Pyorigyang ponga bajo control de los inspectores del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) el reactor de Yongbyon y el combustible sacado de éste.

"No nos quedaremos sentados mirando cómo Kim Il Sung construye la bomba atómica. Si no cumplen las ordenanzas del OIEA por la vía negociadora, apoyaremos las sanciones que imponga el Consejo de Seguridad", declaraba a EL PAÍS Kang Sam Jae, diputado y director de la Oficina de la Planificación y Coordinación del gobernante Partido Liberal Democrático. Como en una premonición de lo que sucedería horas después, Kang afirmó: "Creo que el problema se resolverá antes de que se dicten sanciones. Lo que Pyongyang quiere es saber hasta dónde puede llegar con EE UU".

En Corea del Sur existe el convencimiento de que el Norte ha levantado este revuelo para llevar a EE UU a una negociación que suponga un impulso a un régimen que se ahoga en una crisis económica y política sin precedentes. De ahí que, con la promesa de reanudar el mes próximo las negociaciones EE UU-Corea del Norte (suspendidas en julio), se cerrara el conflicto abierto el jueves con la declaración del OIEA de que Pyongyang ha "violado gravemente" las obligaciones del Tratado de No Proliferación Nuclear, del que es signataria.

"Los norcoreanos son negociadores muy duros y ponen la poca carne que tienen en el asador para hacerse notar en la comunidad internacional y salvar su régimen", señalan fuentes diplomáticas occidentales.

Kim Sam Hoon, embajador surcoreano , para Asuntos Nucleares, viajó el sábado a Washington para estudiar con el Gobierno norteamericano una posición común frente al problema nuclear que le plantean sus vecinos y la agenda de la reunión entre EE UU y Corea del Norte.

Mientras que el Sur ha dado un tremendo salto económico, el Norte se ha quedado aislado frente a un ambiente internacional hostil al estalinismo de su régimen y con una situación económica que amenaza con sumir al país en la hambruna. Esto ha llevado a Pyongyang a dejar de lado unas negociaciones con el Sur cada día más desiguales. Por el contrario, trata de forzar su aproximación a EE UU para recuperar parte de la legitimidad perdida tras desintegrarse su principal socio, la URSS, y el pragmatismo de la China actual, único valedor que le queda.

Washington parece convencido de que Corea del Norte extrajo del reactor de 25 megavatios de Yongbyon parte del combustible radiactivo cuando éste fue misteriosamente cerrado en 1989. Supuestamente, con ese plutonio Pyongyang tiene en crudo dos bombas atómicas.

Si no hay pruebas concluyentes de ese desvío de combustible a uso militar, la denuncia del OIEA del jueves pasado de que hace 10 días Corea del Norte manipuló parte del combustible de Yongbyon hizo subir la tensión a su más alto grado. En Seúl y en Washington se reunieron de urgencia los consejos de seguridad nacionales y, cuando ya parecía dejarse en manos de la ONU la imposición de sanciones, Pyongyang cedió. Está por ver si se permitirá que los inspectores del OIEA vigilen hasta el final la operación de recarga de combustible del reactor, cuya duración se estima en dos meses. De momento, el OIEA asegura que controla todo el material radiactivo sacado, aunque no ha indicado a cuánto asciende.

El programa nuclear de Corea del Norte es absolutamente inadmisible no sólo para el Sur y EE UU, sino especialmente para Japón, el enemigo último. Con las heridas de la guerra aún frescas, ni Pyongyang olvida la ocupación japonesa de la península coreana, ni Tokio, que ha sido el primero y único país del mundo en sufrir un ataque nuclear.

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