Transición religiosa, pero menos
Me parece un acierto que este diario se haya fijado en la publicación del libro, compilado por Rafael Díaz-Salazar y Salvador Giner, Religión y sociedad en España, tanto en el artículo del 6 de mayo de 1994 como en el editorial de 9 de mayo de 1994. He leído el libro, y ciertamente hay que agradecer a sus autores este estudio actual, desapasionado y "científico" -del hecho religioso en nuestro país. Siento manifestar mi desacuerdo con el editorial titulado Transición religiosa, donde se argumenta que el hecho de que la religiosidad de los españoles se aproxime a los parámetros europeos es un factor de normalidad. A nadie se le escapa que hablar de normalidad en las creencias religiosas es muy difícil, si no imposible. Otra cosa será que esas creencias sean actualmente menos conflictivas, como muy bien se afirma. Al final de ese editorial se dice que con esta "transición religiosa" nuestro país se integra, también en este terreno, en las grandes democracias libres y pluralistas. Me temo que la expresión "transición religiosa", que se debe al profesor Díaz-Salazar y está tomada del capítulo 3 del libro citado, no se puede extrapolar del contexto, que es el siguiente: "Nos encontramos, pues, ante una gran transición religiosa de los españoles. No hay un declive de la religión, ni una desacralización del mundo, ni un paso irreversible hacia una sociedad secularizada" (página 110). En definitiva, que esa "transición religiosa" tiene unos matices que el editorial pasa por alto y que habrá que entender según las pautas que los autores del estudio dan en la introducción cuando, dicen: "Ya no es posible comulgar con las ideas del progresismo ingenuo que suponía que el mundo evolucionaba indefectiblemente hacia el descreimiento general a medida que avanzaban las luces de la razón. En las condiciones presentes, la secularización sólo puede ser relativa", lo cual está muy lejos, a mi juicio, de ser interpretable en el sentido modernizador como un factor que nos homologa con Europa.
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