Mi primer mundo
De golpe me he sentido abrumado. TV-2, en Documentos TV del día 4 de mayo, presenta un reportaje sobre el comercio de órganos humanos; para el próximo anuncia una investigación sobre prostitución infantil en Filipinas. Desde el sofá de mi comedor veo, escucho y me abrumo. En cada vivienda de este nuestro Primer Mundo hay una ventana por la que pasan ininterrumpidamente todas las realidades que en el planeta existen. Miramos y consumimos realidades. También las provocamos.La miseria estructural derivada del servicio de los intereses de una deuda externa impagable, las guerras que iluminan los resortes en los que se han apoyado los regímenes coloniales, el tráfico de niños para nutrir el tráfico de órganos, los desastres aparentemente naturales en zonas de infraestructuras ausentes.
Quizá mañana podré escribir sobre esperanza, pero ahora me vence el desasosiego. Me siento pequeño, impotente. Formo parte de una generación que ha vivido el optimismo histórico de un modo intenso, poético más allá de lo científico. Tal vez se trate de fermentar los desasosiegos, de volver a acumular las rabias, y las propuestas, desde lo pequeñito. De reconstruir la nostalgia de futuro de la que habla Eduardo Galeano. A fin de cuentas, no se me ocurre otro modo de convivir con tanta barbarie-
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