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Los 'okupas' más veteranos de la ciudad rinden 'su' casa hostigados por la policía

Fue el final de una utopía que durante casi seis años se hizo realidad. Los okupas de la antigua imprenta Minuesa, en la Ronda de Toledo, 24 (Arganzuela), los más veteranos de la ciudad, fueron desalojados ayer, por orden judicial, del edificio abandonado donde vivían y regentaban un centro cultural activo desde el año 1988.Los 40 jóvenes que residían en el inmueble, y otros 60 que se encerraron con ellos, fueron sacados a empujones por la policía, que propinó numerosos porrazos, a pesar de que los okupas ejercieron la resistencia pasiva.

Durante toda la mañana hubo enfrentamientos entre manifestantes y agentes. Se produjeron 22 detenciones. Grupos de jóvenes, algunos de ellos encapuchados, intentaron volcar un autobús en Atocha y otros apedrearon entidades bancarias y -escaparates en la Ronda de Atocha y en las calles de Lavapiés, Sombrerería y Doctor Fourquet.

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El desahucio fue solicitado al juez por la empresa Corporación Financiera Diversificada, actual propietaria de esta finca donde se levantarán 183 viviendas de lujo.

El desalojo no comenzó hasta las diez de la mañana, 30 minutos por encima del plazo límite dado por la policía. Una veintena de gendarmes la emprendieron a mazazos con las tres puertas de acceso a lo que fue el Centro Social Autogestionado Minuesa. Otro grupo de agentes trepó por el muro de la parte de atrás del edificio, según contaron varios testigos.

En un momento, la casa okupada se convirtió en el ruidoso escenario de una película de acción. "Estábamos sentados cuando comenzamos a oír muchos gritos", contaba ayer un okupa que se encontraba en un cuarto de la planta baja. "Después escuchamos los golpetazos que daban a nuestra puerta y más tarde vimos cómo la policía entraba con porras dando hostias descontroladamente, muy nerviosos, insultándonos, llamándonos 'basura", prosigue el joven.

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"A los 40 que estábamos en la sala nos pusieron de rodillas y con los brazos en alto nos obligaron a salir; anotaron nuestros nombres y nuestro DNI y además, filmaron a todos con un vídeo", relata otro de los encerrados. Uno de los okupas y un policía sufrieron heridas leves.

PASA A LA PÁGINA 5

El desalojo causa disturbios callejeros en Arganzuela

VIENE DE LA PÁGINA 1Los primeros encontronazos entre policías y manifestantes que apoyaban a los okupas se produjeron hacia las 8.30, cuando coactivos de jóvenes permanecían concentrados en la glorieta de

Imbajadores, Lavapiés y la

Puerta de Toledo. Al final de la mañana había 22-personas detenidas. A última hora de la tarde de ayer, la mayoría estaba todavía prestando declaración en comisaría y dos de ellos habían pasado al Grupo de Menores de la Policía (Grume).

Portavoces de la Jefatura Superior de Policía aseguran que algunos de los arrestados, encapuchados, lanzaron piedras contra escaparates de la Ronda de Atocha y contra sucursales bancarias de Banesto y Cajamadrid. El incidente más grave ocurrió alas once de la mañana, cuando, Atocha, un grupo de jóvenes intentaron volcar un autobús de la línea 59 de la Empresa Municipal de Transportes (EMT).

La tensión fue menor en los aledaños de la. imprenta desahuciada. Aunque cualquier paseante despistado hubiera creído que en Minuesa se atrincheraba un peligroso grupo terrorista: un centenar de agentes cortaba el tráfico entre la glorieta de Embajadores y la calle del Gasómetro y un helicóptero policial sobrevolaba la barriada.

Durante la noche, los encerrados acordaron que, por su parte, no habría violencia: sólo resistencia pasiva. Días atrás habían sacado del inmueble los objetos de valor y la ropa. También sellaron las entradas al edificio y a las habitaciones.

Golpes como respuesta

En varias ocasiones, cuando algún viandante protestaba por no poder circular libremente, la respuesta de la policía eran unos cuantos golpes. Eso le sucedió a una chica con un perro. Los agentes la obligaron a alejarse, les replicó y la contestación fue un empujón que dio con ella de bruces en el suelo.

Hacia las 11.30, el edificio quedó vacío, listo para su derribo, ya que los dueños alcanzaron un acuerdo la semana pasada con los nueve inquilinos "de toda la vida", la mayoría ancianos ajenos a Id okupación. Una hora después comenzaba su demolición.

Cerca de los muros que una pala mecánica echaba abajo de un empujón, aún se podía leer una pintada escrita en negro y rojo por los okupas en una pared: "No pasarán".

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