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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacerles frente

LA INMEDIATA puesta en libertad por parte de la policía alemana de los nazis que protagonizaron un auténtico pogromo contra inmigrantes por las calles de la ciudad oriental de Magdeburgo es inexplicable. De los 49 detenidos en primera instancia, todos fueron liberados menos uno... que tenía otras causas judiciales pendientes. En toda Europa se manifiesta con creciente actividad una nueva militancia nazi o fascista. En el caso de Italia ha cosechado su primer gran éxito electoral y ha llevado a cinco posfascistas al nuevo Gobierno.Pero el crecimiento de la ultraderecha en todo el continente y especialmente en Europa oriental no puede servir de excusa para la actuación de la policía alemana. Ésta y sus servicios de información de la Oficina de Protección de la Constitución tienen la experiencia, los medios y la preparación para actuar con contundencia y efectividad contra estos grupos.

Y, sin embargo, tanto en Alemania como en el exterior, cada vez es mayor la percepción de que existe una manifiesta pasividad de los cuerpos de seguridad alemanes ante la creciente actividad y el envalentonamiento de estos grupos. Semanas después de que otros camaradas quemaran la sinagoga de Lübeck, todo un símbolo ahora del retorno de la barbarie parda, la policía de Magdeburgo no ve razones para enviar a prisión incondicional en espera de juicio a unos individuos que, perfectamente organizados, asaltaron y agredieron a decenas de personas en plena calle.

Por su pasado, Alemania tiene la obligación de ser ejemplo en la lucha contra el resurgente fascismo, y esto pasa por la eliminación de todo atisbo de impunidad en la acción de los miembros de sus tropas de choque. Pero, además, sorprende que después de cuatro años de constantes ataques a refugios de asilados, cementerios judíos, personas y finalmente la sinagoga, la policía siga sin poder neutralizar las redes de organización y captación de militantes que existen en todos los Estados federados y que actúan en colegios, peñas futbolísticas y otros grupos juveniles. La excusa de que en parte son grupos de jóvenes inadaptados que deben ser tratados con condescendencia no sirve. Individualmente, un nazi puede ser reinsertado en la sociedad. Colectivamente, se alimentan mutuamente en su militancia. Por eso, y al margen de la readaptación individual posterior, la primera respuesta es la lucha contra esta ideología, en esencia criminal. Alemania lo sabe y debe actuar con más contundencia.

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