_
_
_
_
Tribuna:ARENA Y ASFALTO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Elogio vituperino del chotis

El schottisch -éste es su nombre original- era un baile escocés parecido a la mazurca, pero más lento, que se introdujo en Madrid en 1850 y fue conocido como polca alemana. Comenzó siendo una danza cortesana ceremoniosa y galante que se ejecutaba en los saraos aristocráticos de la época. Enseguida logró infiltrarse en las verbenas populares, donde chulos y manolas lo convirtieron en un agarrao próximo a la desvergüenza pecadora, sin miramientos ni falsos pudores. Algo parecido había ocurrido anteriormente con el fandango. Y como besos y abrazos no hacen hijos pero tocan a vísperas, muchos de los madrileños nacidos a finales del XIX y principios del XX fueron engendrados a ritmo chispero con incrustaciones escocesas, polacas y austrohúngaras.Siglo y medio después, aquella desmesura sensual, atrevida y montaraz ha pegado el cambiazo: es tan agarrao que se ha quedado solo como la avaricia, patético, secuestrado por los guardianes del casticismo jurásico, más seco que la mojama, más duro que cecina de cabra, más tieso que fiambre, más acartonado que brazo incorrupto de la santa, reumático, esclerótico.

Más información
Programa del día

En la actualidad, el chotis parece una senil danza vaticana de tiempos de la Inquisición. De tanto mirar atrás, le dio un aire y se quedó en estatua de sal sosa. Por mucho que pregonen sus guardas jurados, ya no es chulo, ni chulapo, ni manolo, ni siquiera manolito: es un monolito de miramé y no me toques, más adecuado para museo de cera que para jarana de pueblo en fiestas. Huele a alcanfor y naftalina. Se le paró el reloj hace tiempo y detuvo su camino por anquilosamiento. Ya no es una incitación pícara a la lujuria y el regodeo, sino un objeto de paleontología y vivisección. Todo lo contrario de lo que ocurre con el tango y el bolero, que son casi de la misma quinta

El chotis precisa una inmediata inyeccion de choteo. Y chotear es retozar, dar muestras de alegría. La mayoría de los que lo interpretan -no todos, por ventura- semejan figuras de cartón piedra, en especial el macho, que es lo más parecido a un muñeco con pilas, bailarín articulado de tocador, artilugio sin alma que se puede desmoronar con leve soplo, robot que ejecuta vueltas hieráticas cuando la hembra le da cuerda, momia con bombín, Idénticos panegíricos se pueden afirmar de la mayoría de las letras que le han puesto al pobre: patriotismo de rebajas, saldos de casticismo trasnochado, retales líricos de guardarropía, despojos del peleolítico. ¡Oh chotis, si es que todavía estás a tiempo, levántate y baila! Quien bien te quiere, te hace llorar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_