Adiós a la Virgen
Somos muchos los españoles, y también muchos los madrileños, que nos complacemos con la observación y el estudio del arte. El que nuestra atención e interés se centren en innumerables ocasiones en el arte venido de las religiones sólo responde a que éste es muestra y parte de la historia. La pertenencia de estas obras de arte a tiempos pasados les confiere gran parte de su incalculable valor. Es de lamentar que en el caso de la Virgen del Retiro (la estatua de la Virgen) nos veamos privados de podernos deleitar en el sentido artístico y de la cautivación que la solera del tiempo aporta al arte sacro. Ahora bien, tal vez la contemplación de la estatua -si es que llega a emplazarse- nos abra nuevos horizontes de conocimiento socio-religioso y nos haga replantearnos eso que no nos terminamos de creer de la separación Iglesia-Estado, máxime cuando vemos indicios de que en cualquier momento, podrían surgir nuevas alianzas del tipo Iglesia-Ayuntamiento, o Iglesia-quién sabe qué...Si de lo que se trata es de introducir más arte en la ciudad -ya que somos bastantes los que no necesitamos que nadie rece por nosotros-, ¿podría buscarse una manera más pluralista de hacerlo?
Yo no soy creyente y me gustaría que ya que se introducen elementos decorativos en mis paseos por las calles de la villa y corte, éstos tuvieran un carácter más universal. Y cuando digo universal me refiero a que puedan ser contemplados por más personas, con más agrado y con mayor libertad... Por supuesto que la Virgen ya es bastante universal. Me refería al arte.
Creo que en los tiempos que corren gastar 50 millones de rezos -aunque sean privados- en arte neosacro no compensa desde ninguna óptica. Rezar es gratis, y como parece que de arte tampoco se puede hablar, sólo me resta pensar en la imposición de unos pocos a unos muchos de un símbolo sagrado. Y a mí eso me parece un abuso. Es por eso que aplaudo las rectificaciones del Ayuntamiento de Madrid al respecto de la ubicación de tan insigne monumento. Ya se han barajado al menos dos emplazamientos posibles y varias modificaciones en la forma. A ver si con suerte, desplazamiento tras desplazamiento, podemos llegar hasta nuestras costas y en un descuido que la idea se monte en un barco que nunca llegue a puerto.-
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