Una hermosa lección de cante
Recital de Enrique Morente Guitarristas: Juan y Pepe Carmona Habichuela. Residencia de Estudiantes. Madrid, 16 de mayo.
Tenía que ser Enrique Morente quien trajera el cante a la Residencia de Estudiantes, de Madrid, el mismo centro donde un paisano inmortal llamado Federico García Lorca pasó un tramo de su juventud, y a la misma sala donde el poeta habló un día de cante jondo. Morente, por añadidura, ha sido quien más ha cantado, y probablemente con más inteligencia, los versos de Federico.
En esta ocasión Enrique Morente optó por la vía clásica, incluso en las letras de las coplas. Sólo su cante, con las guitarras de los maestros Juan y Pepe Habichuela, sin más añadidos. Una ocasión de oro para oír al mejor Morente, el que sabe tanto de cante añejo como cede a tendencias renovadoras que nacen de su propio potencial inventivo y creador. Ocasión que no fue defraudada.
Fue una hermosa lección de cante. Sin micrófonos, en un clima de intimidad, de respeto absoluto, el ideal para la escucha del cante jondo. Del arabesco de los géneros abandolaos -el verdial, la jabera, la rondeña...- a la sequedad expresiva de la siguiriya, Morente hizo un recorrido, breve pero esplendoroso, por estilos flamencos de la más diversa temperatura anímica.Nobleza de acento
En todos demostró su perfecto entrañamiento con el cante, un saber dar a cada estilo la entonación que él mismo exige, una nobleza de acento, una sensibilidad lúcida y transida de emoción. Un maestro.
Porque todo lo cantó magistralmente esta noche encantada. Y muy especialmente esas dos columnas del cante que son la siguiriya y la soleá. ¡Qué difíciles de hacer y qué grandeza de maravilla! La pena más profunda, el drama insondable, todo lo que este arte tiene de enigmático y dolorido añora en cada queja de este hombre en los cantes más emblemáticos de lo jondo.
En todo -le bastaron seis cantes, apenas una hora de duración, para lograr un triunfo clamoroso- estuvo brillante y con capacidad de transmisión. Como ocurre frecuentemente con este cantaor, se dio con intensidad el acto de comunión entre el oficiante y la audiencia. En el arte jondo es lo idóneo.Morente, un maestro del cante, estuvo acompañado por dos maestros de la guitarra, los hermanos Juan y Pepe Habichuela. Se conocen bien, pues en los últimos tiempos van siempre juntos. Esto quiere decir que, salvo imponderables imprevisibles, la conjunción de las sapiencias respectivas de los tres es insuperable. Lo fue en esta noche memorable.
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