Fracasa en Viena el intento de salvar el feto de una mujer que está en coma
Un aborto espontáneo en el quinto mes de embarazo sufrió ayer en la mañana Mónica K., una mujer en coma profundo y a punto de sufrir la muerte cerebral, que iba a ser mantenida artificialmente viva hasta que el feto estuviera maduro para nacer. El estado de Mónica K., de 26 años, internada en el hospital vienés Rudolfstiftung desde hace tres semanas, después de sufrir una hemorragia cerebral y ser operada, sigue "estable dentro de la gravedad", según los médicos. Con el aborto espontáneo termina un intenso debate y espectáculo medial iniciado hace unos días por el médico de cabecera Paul Sporn, cuando anunció que estaba dispuesto a mantener vivo artificialmente a su paciente hasta la semana número 25 de gestación para salvar la vida del feto.
Sporn, que ha sido criticado por sus colegas de buscar protagonismo con el caso que ha señalado los límites de la ética en la medicina moderna, dijo que el aborto fue "sorpresivo" y aseguró que dificilmente se podrían investigar "las causas de la muerte del bebé".
Los padres de Mónica K. habían expresado anteriormente que en caso de producirse la muerte cerebral de su hija, los médicos debían desconectar los aparatos que le mantienen sus funciones vitales y desistir de salvar la vida del feto. El teólogo Hans Rotter dijo que sería mejor apagar la máquina corazón-pulmón "ya que el bebé tendría expectativas de vida muy breves y significaría sólo postergar su muerte".
El esposo de Mónica K., que rechazaba prolongar artificialmente la vida de su mujer, fue convencido a última hora por Sporn que lo llevó a cuidados intensivos y le hizo tocar el vientre de su mujer. "Él está feliz y sintió los movimientos del niño", dijo el médico en televisión. Antes del aborto natural, el neonatólogo Christian Popow advirtió que en caso de infección "el parto se podría adelantar". El feto, en la semana 19 de gestación, medía 28 centímetros de largo y pesaba entre 200 y 300 gramos.
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