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Billy Wilder regresa a su Viena natal y es recibido como un héroe nacional

Billy Wilder, el rey de Hollywood, regresó a Viena, la ciudad de su infancia y juventud, como un héroe nacional después de más de 30 años de ausencia y casi 70 desde que emigrara. A su llegada, donde fue recibido por el primer ministro austriaco, Franz Vranitzky, y un tumulto de gente que le regalaba flores y le pedía autógrafos, el anciano director de cine rompió con el ceremonial lanzando una chanza al jefe de Gobierno. "¿Podrías dejar tus negocios en Viena por una semana y venirte a Hollywood a rodar una película comnigo?", le dijo Vranitzky se rió nervioso y Wilder, implacable , continuó: "En Hollywood no hay nadie tan apuesto como tú; la próxima semana te llamará mi agente".

A los 87 años, Wilder decidió volver a Viena para mostrarle a su esposa Audrey los paisajes de su infancia: el Liceo Superior "que era más que un colegio, un burdel"; la casa donde vivía con su familia, judíos religiosos, en pleno centro antiguo y las oficinas del periódico de mala fama Die Stunde (La Hora), donde debutó como reportero.

La relación ambigua de Wilder con esta ciudad se manifestó cuando hace tres años se negó a aceptar una invitación oficial del presidente Kurt Waldheim, el hombre que mintió sobre su pasado nazi. Desde Viena también su madre fue deportada al gueto de Varsovia, en Polonia, que sólo abandonó para ser transportada en un vagón de ganado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió.

Pero los políticos en Austria quieren demostrar que éstas son cosas del pasado y el actual presidente, el conservador Thomas Klestil, lo invitó a desayunar al palacio de Hofburg y le regaló un número original de la edición del 15 de septiembre de 1925 del periódico Die Stunde con un artículo firmado por el propio Wilder, reportero entonces de fútbol y sucesos.

La entrevista a Freud

Entre risas, el director de Primera plana recordó una de sus aventuras periodísticas más amargas cuando le encargaron una entrevista con Sigmund Freud. La conversación con el padre del psicoanálisis se redujo a tres frases. Freud: "¿De qué periódico viene usted?". Wilder: "Soy de Die Stunde". Freud: "Fuera de aquí".Wilder ha caminado estos días por la ciudad antigua dejándose llevar por sus nostalgias, entrando en los cafés que mantienen él mismo nombre y estilo de cuando él era adolescente. Con su inseparable sombrero y sus gafas que se le resbalan peligrosamente por la nariz, aguanta con paciencia a los jóvenes que se le acercan para preguntarle por el actor Arnold Schwarzenegger, otro ilustre austriaco de Hollywood. "No compartimos ni siquiera la lengua materna, porque yo hablo en palabras y él, en números".

El director de cine abandonó Viena en 1926 para vivir en Berlín y en 1933 tuvo que huir de la persecución antisemita y se refugió en Hollywood.

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