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Silvio Berlusconi tiene dificultades para completar su futuro Gabinete

¿Puede un empresario dinámico decidir en un abrir y cerrar de ojos sobre problemas que suscitan un mar de dudas en los políticos? La respuesta es negativa, a juzgar por cómo lleva Silvio Berlusconi las negociaciones para formar el nuevo Gobierno italiano. El anuncio del Gabinete, previsto ínicialmente para ayer, se ha retrasado. El presidente in pectore del Gobierno luchaba anoche por completar su equipo.

La opinión pública italiana, escamada por la experiencia pasada de negociaciones con frecuencia interminables, desconfiaba de que la solución fuera para hoy, como afirmaban los fieles de Berlusconi. Un nuevo retraso sería grave, ya que, si el futuro primer ministro no logra presentar hoy mismo su equipo al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, las votaciones de confianza en la Cámara de Diputados y el Senado deberían ser aplazadas, por requisitos burocráticos, probablemente hasta la próxima semana. Han transcurrido más de diez días desde que Berlusconi recibiera de Scalfaro el encargo de formar Gobierno, y más de 40 días desde que se celebraron las elecciones generales.Todo ello implica un coste de imagen para quien se presenta como un innovador radical, que prometió que formaría su Gobierno sin siquiera recurrir a las consultas habituales.

Las negociaciones prolongadas a veces durante semanas, han sido la norma en un país donde se ha dicho irónicamente que los gabinetes se formaban con ayuda de un llamado Manual Cencelli, en atención a un ingeniero que inventó una fórmula matemática para repartir exactamente las carteras en proporción a la fuerza electoral de los cuatro o cinco partidos que, en las últimas décadas, han sostenido los gobiernos.

Los partidos que actualmente juegan en, el campo de la mayoría son tres: Forza Italia, la Liga Norte y Alianza Nacional. Berlusconi ha introducido alguna novedad no sustancial en las negociaciones. Por ejemplo, que las entrevistas entre los líderes de las tres formaciones interesadas se celebren en su casa de Roma, en torno a un plato de espaguetis.

Bossi contra la 'monarquía'

Pero el líder de la Liga, Umberto Bossi, ha puesto el veto, para que esa práctica no se convierta en costumbre. "En lo sucesivo, las reuniones se harán en las sedes de las instituciones. Tenemos apego a la República, y al menos con un punto de la Constitución estamos todos de acuerdo: en que no se puede tomar a la monarquía", ha dicho Bossi, caricaturizando las invitaciones a cenar de su aliado político.Otra novedad, ésta sorprendente, es que Berlusconi lo mismo consulta el Gobierno con sus aliados que con los dirigentes de su grupo empresarial, Fininvest.

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El pasado domingo, en efecto, cuando sus colaboradores aseguraban que trabajaba en su discurso de investidura y en el programa de Gobierno, el presidente de Forza Italia estuvo reunido durante horas en su villa de las afueras de Milán, entre otros, con Gianni Letta, dirigente de Fininvest que ahora será su subsecretario; con Fedele Confalonieri, presidente del grupo empresarial citado; con Macello dell'Utri, el consejero delegado de Publitalia, investigado por los jueces; y con Adriano Galliani, el consejero delegado del equipo de fútbol Milan, que todavía preside Berlusconi.

No ha cambiado, por el contrario, la costumbre de que estas negociaciones se empantanen en un cierto momento por motivos difcilmente comprensibles.

El pasado viernes, se anunció que había un acuerdo viable sobre el futuro ministro del Interior, un cargo que Berlusconí no quería dar a la Liga Norte. Anoche, los problemas continuaban aunque, tras el rechazo del cargo por parte del juez Antonio Di Pietro, parecía casi seguro que la carteera de interior iría al liguista Roberto Maroni.

Hay quien, como el ex presidente de la República Francesco Cossiga, empiezan a cansarse: "Empiezo a cabrearme", ha declarado. "Aquí hay que hacer un Gobierno. Si el líder de la mayoría no lo consigue, que pase el turno a otro".

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