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En busca de un líder para Europa

Jacques Delors deja muy alto el listón a su sucesor al frente de la comisión

Lluís Bassets

La parrilla de salida ya está formada. En apariencia, solo tres corredores se hallan prestos para escapar zumbando hacia la meta, que es la presidencia de la Comisión Europea. No se puede descartar que incluso en la recta final surja un corredor con el que no se contaba, pero todo indica que la incógnita más importante ya se ha despejado y que el sucesor de Jacques Delors, el brillante personaje que ha presidido la Comisión desde 1985, se halla en la tema formada por tres hombres de derechas: el primer ministro dimisionario holandés, Ruud Lubbers; su homólogo belga, Jean-Luc Dehaene, y el comisario británico Leon Brittan.El nombramiento del presidente de la Comisión es competencia única y exclusiva del Consejo Europeo, la reunión de los 12 primeros ministros y jefes de Gobierno, que debe acordar un nombre por unanimidad. La terna está formada por estos tres candidatos explícitos a la presidencia, pero hay que contar con los candidatos que pueden surgir de improviso si las cosas no van como todos Prevén en el Consejo Europeo de Corfú, a finales de junio. Y no hay que descartar, incluso,, que la dificultad del acuerdo lleve a un aplazamiento de la decisión hasta octubre, en una cumbre extraordinaria.

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A la zaga de Lubbers

Candidatos

El actual director general del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), el irlandés Peter Sutherland, es uno de estos nombres que suenan con fuerza en la segunda línea. Sutherland, que ha sido comisario europeo, aseguró que no desea, continuar como director general de la WTO (Organización Mundial de Comercio), la institución del sistema de la ONU en que se convertirá el GATT el 1 de enero de 1995 como resultado de la Ronda Uruguay. También ha dicho que no es candidato a suceder a Delors.

En cualquier caso, se sitúa en la lista de reserva, por si hace falta una solución de compromiso a última hora. Muy parecido es el caso del vizconde belga Étienne Davignon, que también ha sido comisario europeo y es ahora presidente de la Société Générale de Belgique. No ha dicho esta boca es mía, pero no hay duda de que aceptaría el envite si se lo lanzaran.

Los grandes mentideros europeos han hecho circular otros nombres, de enorme peso político en algunos casos. El canciller alemán Helmut Kohl había abrigado la secreta esperanza, comunicada a muchos de sus colegas, de que el presidente del Gobierno español, Felipe González, aceptara el reto y abandonara La Moncloa por Bruselas.

También el nombre del propio Kohl se ha barajado por algunos como la solución perfecta, principalmente ante las encuestas que le desalojan de la cancillería ante el avance socialista en las elecciones de otoño.

Tanto González como Kohl han descartado rotundamente sus candidaturas, a la vez que daban pie a que se planteara una pregunta cargada de intención: ¿Puede un político derrotado en las urnas en su país ser elegido por sus pares como presidente de la Comisión? Todo indica que la respuesta es negativa. De ahí que Lubbers, el astuto democristiano holandés, haya preparado las cosas de otra forma. El martes, su partido era derrotado, pero él ya no estaba en cabeza de lista, ni siquiera se presentaba candidato y se permitía incluso el lujo de criticar a su sucesor al frente del CDA.

Lubbers venía preparando desde hace cinco años su candidatura a la presidencia de la Comisión, que fue anunciada el mismo día de las elecciones generales como una propuesta de Estado. Así como Alemania exigía la sede del Instituto Monetario Europeo, Holanda pide ahora, con apoyo de la mayor parte de las fuerzas políticas, que su personaje político más destacado en los últimos 12 años se convierta en el hombre fuerte de la Comisión Europea. Todas las condiciones se cumplen así para que la cumbre de Corfú le nombre: es democristiano, después del socialista Delors; es el turno de un país pequeño, después de uno grande; pertenece al selecto club de los miembros del Consejo Europeo; cuenta con un pasado de europeísmo militante y de ortodoxia comunitaria.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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