_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La derecha

Jorge M. Reverte

Laderecha española se ha vuelto insaciable. Los diputados en el Congreso exigen del Gobierno acciones ilegales para completar su tarea de limpieza del país (Ramallo grita para que el Gobierno dé informaciones que no puede dar). Los empresarios exigen que la reforma laboral se haga más a fondo por el fondo que ellos quieren. Los intelectuales de la derecha se dedican a descalificar a los que no les placen.Esto último es lo más novedoso.

No porque no se hiciera antes, sino porque no se hacía desde tiempos muy pretéritos. Esto, pensábamos muchos, era cosa de Ricardo de la Cierva, que se erigía en azote de infieles cuando Franco.

Ahora resulta, por ejemplo, que Santos Juliá era conocido por ser un historiador de tres al cuarto (lo dice Jiménez Losantos); o resulta que Ludolfo Paramio es un sociólogo de baratillo (Pablo Sebastián lo resuelve con alusiones a su estructura ósea).

Pero no hay que asustarse. Lo de Losantos y Sebastián es un residuo franquista que los políticos de la derecha saben que ya no procede. El franquismo era una variante suave del nazismo. Los nazis mataron a todos los intelectuales polacos, y Franco sólo fusiló a los que agarró durante los primeros meses de su victoria. A los demás los dejó morir de tuberculosis en la cárcel o los castigó sin venir aquí unas décadas.

Los tardofranquistas que enamoran ahora desde las páginas de opinión de los periódicos y revistas no quieren matar a Santos Juíá y Paramio. Sólo quieren castigarlos sin cenar y fingir que ellos han estudiado para ofrecer a sus jefes un discurso robusto. Lo que pasa es que es muy difícil llevarse, por ejemplo, a Azaña al corral ajeno sin enterrar todos los papeles.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_