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Los conservadores reabren la polémica sobre la permanencia británica en la UE

Norman Fawler, en calidad de presidente del Partido Conservador británico, intentó ayer en vano servir de apagafuegos y neutralizar los instintos incendiarios de sus correligionarios, que se debaten en una nueva crisis europea. Fawler compareció ante los periodistas e intentó convencerles de que todo va sobre ruedas en la política europea del partido, desmintiendo los rumores, aireados ayer por la prensa británica, de que el primer ministro, John Major, ha rechazado por blando, largo y falto de garra el manifiesto preparado por su ministro de Exteriores, Douglas Hurd, con vistas a las próximas elecciones europeas del 9 de junio.Para el presidente de los conservadores, el texto apenas ha sufrido unos cambios de matiz. Las especulaciones en torno al manifiesto -cuya publicación está prevista para el próximo mes de mayo- constituyen, sin embargo, un aspecto mínimo de la polémica desatada esta semana en Londres en torno a la recurrente cuestión de la Unión Europea (UE).

Con la primavera, que asoma también su rostro amable por las islas británicas, han rebrotado las dudas de los tories sobre las ventajas que para el Reino Unido puede suponer permanecer en Europa, si la unión se consuma hasta sus últimas consecuencias y se llega a la realidad de una moneda única.

La tormenta se desató el pasado jueves desde varios frentes. Por un lado, una dudosa exclusiva del Sun, un diario tremendamente proconservador, que se descolgó con una llamativa portada en la que se aseguraba que John Major preparaba un referéndum por sorpresa para sacar al Reino Unido de la Unión Europea, y, de paso, salvar su dañado liderazgo en las próximas elecciones generales. De otro, las declaraciones de un ex ministro de Comercio y alto cargo del Banco de Escocia, lord Young, quien aseguró sin vacilaciones que el Reino Unido está perdiendo el tiempo en Europa, cuando Asia representa la verdadera alternativa comercial. Y por último, las sospechas de que Major había rechazado el manifiesto proeuropeo de Douglas Hurd.

Cóctel explosivo

El cóctel resultó explosivo y el primer ministro ha tenido que enfrentarse a una sesión de acoso por parte de sus propios correligionarios en la Cámara de los Comunes. Major rechazó, calificándolo de "montón de basura" el informe del Sun, pero estuvo lo bastante confuso como para dar alas a todas las partes enfrentadas en la polémica, cuando contestó a una pregunta de la diputada euroescéptica, Teresa Gorman. ¿Estaba el líder de los conservadores de acuerdo con lo expuesto por lord-Young?

Major se las ingenió para dividir su respuesta en dos consideraciones antagónicas. Un sí en cuanto a la necesidad de mantener estrechos vínculos comerciales con Asia; un no en cuanto que no parece claro un futuro británico al margen de la Unión Europea. Lo cierto es que, con una desastrosa imagen pública, como lo demuestran las sucesivas encuestas encargadas por los diarios británicos, el primer ministro ha comenzado a considerar la rentabilidad política de entregarse a un efímero coqueteo con el sector eurorebelde de su partido y de su electorado. Sería, además, una forma de sacar ventaja a los laboristas, actualmente mucho más proeuropeos. Y una constatación de que, tanto en el Gabinete de Major, como en as filas parlamentarias tories, aumenta el sentimiento antieuropeo a pasos agigantados.

Las cosas han llegado tan lejos que, según el antiguo secretario de Estado de Industria, Edward Leigth, actualmente, más de 200 parlamentarios conservadores apoyarían la salida del Reino Unido de la UE.

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