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Cinco meses separan al ministrable del prófugo

El 'caso Roldán' convierte al ex jefe de la Guardia Civil en un villano

París, 23 de noviembre de 1993, martes. En un lujoso hotel de la capital francesa, Luis Roldán y su esposa, Blanca Rodríguez Porto, están pasando un largo fin de semana de placer. La llamada telefónica que reciben de María Esther Fernández Íñigo, entonces jefa de prensa de la Guardia Civil, amarga la jornada a la pareja. Esther informa al todavía director general del instituto armado de la noticia que ese día publica Diario 16 en su primera página: "Roldán consiguió un patrimonio de 400 millones de pesetas desde que accedió en 1986 a la Guardia Civil". Es el principio del fin. Hasta ese mismo día, Luis Roldán figuraba con fuerza en las quinielas para sustituir a José Luis Corcuera al frente del Ministerio del Interior.Veinticuatro horas más tarde, ya en Madrid, Roldán, armado con varios kilos de documentos, da sus primeras explicaciones a través de diversos medios de comunicación. Exhibe su última declaración de la renta, el testamento de su padre -muerto unos meses antes-, la nómina de la Guardia Civil, escrituras...

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En todo momento, intenta transmitir la sensación de que no hay nada irregular en su abultado patrimonio. "No tengo nada que ocultar; todo mi dinero procede de mis ingresos y de la herencia de mi padre", insiste. Corcuera también le defiende: "Es un patrimonio ortodoxo inferior al de miles de ciudadanos".

La primera alarma surgió días después, cuando se descubrió que Roldán había ocultado en sus primeras reacciones públicas que poseía otras propiedades además de las citadas por Diario 16 en su información. Pese a todo, el aún ministro del Interior, José Luis Corcuera, seguía respaldando a su colaborador.'

Semana tras semana, fueron conociéndose más y más datos contra Roldán. Se supo que en su biografía oficial añadía siempre que era ingeniero y economista. Resultó ser falso. Se conocieron más inversiones inmobiliarias, que incluían propiedades en Madrid (dos chalés y un piso de gran lujo), Zaragoza (una finca rústica y dos pisos), Pamplona (un piso y un chalé), Rota (dos chalés), Cambri1s (terrenos y apartamentos)...

Apareció otro dato más preocupante: Roldán había formado en 1990 una sociedad inmobiliaria (65,5 millones de capital) con Jorge Esparza, director comercial de la constructora Huarte, precisamente la empresa más beneficiada - 17.000 millones- en los contratos de obras concedidos a dedo por Roldán.

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Además, surgieron más y más detalles sobre el fuerte tren de vida que llevaba, con continuos viajes a Suiza -donde tenía abiertas cuentas bancarias, una de ellas con fondos. reservados-, París o Italia. Aquello no encajaba en un alto funcionario cuyo sueldo neto mensual rondaba las 800.000 pesetas. '

En marzo, sus antiguos compañeros en el Gobierno empezaron a mostrar una fuerte preocupación por lo que iban sabiendo. Ya nadie ponía "la mano en el fuego" por él. El PSOE dio entonces luz verde a la comisión parlamentaria de investigación, que inició su trabajo el 5 de abril.

Sólo una semana después, y de un día para otro, Roldán ya era tratado como un apestado en todos los despachos oficiales. Una clave: Roldán había amenazado con "la basura" que conoce. Ahora, desde esos despachos oficiales ni siquiera se desmienten rumores sobre otras inversiones millonarias de Roldán en diversos países y hasta sobre su supuesta implicación en casos de narcotráfico.

Pero si la comisión se ha movido específicamente en la gestión de Roldán al frente de la Guardia Civil, la juez Ana María Ferrer ha ido más lejos en su investigación sobre el súbito enriquecimiento de Roldán.

En el otoño pasado, Roldán había planeado estar ahora en EE UU con su mujer. Ayer mismo, era la prisión el lugar más probable para acogerle.

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