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Vanidad de vanidades

Juan Arias

Una de las cosas más curiosas de la Iglesia es que, siendo una institución jerárquica impregnada de machismo, la única que sigue manteniendo la discriminación en la igualdad de la mujer negándole el sacerdocio, es sin embargo escandalosamente femenina en su indumentaria. Hasta el punto de que existe un libro que trata de la "vanidad eclesiástica" y describe todos los tipos de encajes, puntillas, bordados, sedas y demás perifollos tradicionalmente femeninos, no sólo para el culto en la iglesia, sino en la misma vestimenta de cardenales, obispos, curas y monjas.En Roma existe una serie de tiendas dedicadas exclusivamente a confeccionar ropa religiosa, desde capas con cola para cardenales hasta calzoncillos, jerséis, camisetas y calcetines. Una de ellas cuenta con un sastre que es el que viste a los papas. Y se transmite el privilegio de padres a hijos.

Y si es femenino todo lo concerniente al vestir, no lo es menos lo que concierne a los regalos que se pueden hacer, sobre todo a cardenales, obispos y sacerdotes, pero también a religiosos y religiosas en consagraciones, ordenaciones o profesiones religiosas, en las bodas de plata u oro de las mismas.

Se trata casi siempre de anillos con piedras preciosas, cadenas de oro y joyas. Hay tiendas que las exponen, como se hace con las listas de bodas. Y donde aconsejan con exquisita cortesía. Te dicen, por ejemplo, que para la imposición del solideo cardenalicio no se debe gastar menos de 600.000 pesetas en un detalle, porque se quedaría mal. Y si se trata de una sotana, ha de ser de seda. Lo que les duele a los modistos de eclesiásticos es que Pablo VI haya tenido la mala ocurrencia de recortar cinco metros de cola a la capa de los cardenales, por supuesto, de seda de primera calidad.

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