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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bombas contra las urnas en Suráfrica

EN LOS últimos días, una serie de atentados con coches bomba ha ensangrentado las calles. de Johanesburgo y de sus suburbios. En la explosión del domingo pasado murieron nueve personas, decenas resultaron heridas y todo un barrio se vio afectado, con coches destruidos y casas dañadas. Según la policía, en ese caso se emplearon los explosivos más destructivos que se hayan conocido nunca en operaciones terroristas en Suráfrica. Al menos otras diez personas morían también ayer a consecuencia de otro atentado con coche bomba en una estación de autobuses. En otros casos, la policía logró desactivar los explosivos sin que se produjeran víctimas, pero su objetivo era provocar un auténtico baño de sangre en la víspera de las primeras elecciones multirraciales.Esta oleada de violencia tiene características muy distintas de los choques sangrientos entre el Inkatha (organización de predominio zulú) y el Congreso Nacional Africano (ANC), que han causado miles de muertos en los últimos años. La calma relativa de la pasada semana ha confirmado que el acuerdo firmado el martes 19 de abril entre Mandela, De Klerk y Buthelezi Oefe de los zulúes) ha sido efectivo: los ataques de los grupos armados zulúes han disminuido radicalmente. Tras acceder a su participación en las elecciones, los zulúes han tenido que dedicarse a potenciar una campaña electoral que comenzaron con gran retraso.

¿Quiénes, pues, son los causantes de los últimos atentados? El criterio más general es que se trata de los grupos blancos ultraderechistas, que quieren sabotear e impedir las elecciones. Los desmentidos de su autoría por parte del Frente Popular Afrikaaner no eran ayer muy convincentes. Son grupos que se han quedado sin alternativa política, sobre todo desde que uno de sus líderes más famosos, el general Viljoen, optó por participar en la consulta. Esos grupos disponen de armamento y explosivos, y sus relaciones antiguas. con sectores de la policía les permiten disponer de condiciones favorables para preparar atentados.

Por trágica que haya sido, la serie de explosiones que ha ensombrecido las jornadas previas a la apertura de las urnas no puede constituir una sorpresa, si se reflexiona sobre la trascendencia de las elecciones que comienzan hoy y que se celebrarán hasta el jueves. Estas fechas suponen un hito en la lucha por la igualdad racial, los derechos políticos de los hombres y, por extensión, la dignidad del ser humano.

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Por su carácter multirracial, esta consulta significará, según todas las previsiones, la toma del poder por la mayoría negra. En un plazo breve, Mandela será el presidente de Suráfrica, sin duda con De Klerk como vicepresidente. Y con una cooperación en el Gobierno del ANC y de diputados blancos que han ayudado a deshacer el apartheid.

A los ultras del racismo, ese futuro les repugna. Y recurren a todos los medios, y sobre todo al crimen y a los atentados, para impedir las elecciones y que surja un Gobierno de amplio consenso multirracial. Con la participación de los zulúes en las elecciones han perdido a su aliado en el sabotaje de los comicios. Su objetivo es provocar violencia entre los sectores negros mayoritarios. Por eso Mandela insiste en sus últimas declaraciones en que sólo corresponde a la policía investigar esos crímenes. Y en que la mejor respuesta del pueblo es garantizar unas elecciones pacíficas. Si el objetivo del racismo es el caos, ahora más que nunca el de los demócratas es la normalidad.

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