Los especialistas critican la creciente violación de derechos con enfermos del sida
Birmania, Polonia y China, entre los casos más crueles, según la danesa Tomasevsky
Organizaciones del exilio político en Oslo han denunciado 43 casos de prostitutas birmanas asesinadas por el hecho de ser portadoras del virus del sida. En Polonia, el rechazo social de los drogadictos infectados es tal que muchos de ellos mueren en la calle sin ninguna ayuda. Además, cada vez existen más indicios de que muchas empresas de los países industrializados realizan las pruebas del sida a sus trabajadores sin consentimiento, aprovechando las revisiones médicas obligatorias. Son tres de los muchos ejemplos citados por la experta danesa en derechos humanos Katarina Tomasevsky sobre cómo la dignidad de las personas infectadas con el virus del sida cada vez es más vulnerada.
Katarina Tomasevsky es profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Copenhague y directora del Danish Center for Human Rights. Durante más de 30 años ha trabajado en diversas investigaciones sobre derechos humanos en el mundo y fue consultora de la OMS hasta que sus discrepancias le llevaron a abandonar la organización. "La OMS habla mucho sobre el sida pero hace muy poco, mucho menos de lo que podría", afirma.Katarina Tomasevsky ha participado en unas jornadas sobre sida y derechos humanos organizadas por la Universidad de Barcelona y la Fundación La Caixa. "En el caso de las prostitutas birmanas, la persecución puede llegar a costarles la vida. Muchas mujeres birmanas pasan a Tailandia para ejercer la prostitución. En este país la prostitución está prohibida y muchas de ellas son detenidas por la policía, que les practica la prueba del sida. Si han sido infectadas, las entrega a la policía de Birmania. Tenemos noticia documentada de por lo menos 43 mujeres asesinadas con una inyección letal, pero pueden ser muchas más" afirma Tomasevsky.
Hipocresía
"Hay reacciones frente al sida que violan los derechos humanos, y las medidas se justifican a veces por razones de salud pública, pero sus efectos son muchas veces el contrario del deseado", afirma María José Gomara, profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Barcelona.Incluso en los países cuya legislación protege a los enfermos del sida, se producen casos de violación de los derechos humanos. "Hay una gran hipocresía en torno al sida", afirma Katarina Tomasevsky. Por ejemplo, dos trabajadores acaban de denunciar a la propia Comisión Europea por haberlos discriminado a causa del sida. Son dos trabajadores que no fueron aceptados en un puesto de trabajo de la propia estructura comunitaria en Bruselas, y el médico les dijo que era por ser portadores del virus".
En otros países se protegen los derechos humanos de los enfermos y portadores con carácter general, pero se establecen excepciones de hecho en determinados colectivos: "En Suecia o Dinamarca, por ejemplo, no se admite la prueba obligatoria del sida para nadie, pero en el caso de las personas extranjeras que solicitan asilo político, se sabe que si no aceptan hacerse la prueba, su petición no prospera", añade Tomasevsky. "Y en Europa del Este se exige, de forma general, a todos los prisioneros y refugiados. Y en algunos países también a los estudiantes. Si no se hacen la prueba en su país de origen, no se les permite incorporarse a la universidad".
El certificado de estar libre del sida se exige en casi todos los países asiáticos y en muchos árabes. La consecuencia inmediata de este enfoque coercitivo es que rápidamente se ha desarrollado un mercado negro de certificados falsos que los emigrantes compran, muchas veces a precios prohibitivos.
Etiqueta y marginación
En China se han realizado en un año 30 millones de pruebas del sida y, curiosamente, este país sólo reconoce 14 casos oficialmente comunicados a la OMS. En los países que tienen un modelo de lucha contra el sida coercitivo se produce una mayor marginación de los enfermos y portadores del sida, según coincidieron varios de los ponentes de las jornadas. Las personas que dan positivo en la prueba se convierten en los otros, y una vez etiquetados, la marginación es inevitable."En realidad, la incapacidad de emprender medidas eficaces contra la enfermedad ha llevado a adoptar medidas contra las personas afectadas por ella", dice Katarina Tomasevsky. "Y aunque los enfoques coercitivos se han adoptado a menudo creyendo que serían más eficaces para frenar la expansión de la epidemia, con el tiempo se ha demostrado que la eficacia está directamente relacionada con el respeto a los derechos humanos".
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