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La OTAN conmina a los serbios a frenar su ofensiva en Gorazde con amenaza de ataques aéreos inmediatos,

Lluís Bassets

La Alianza Atlántica conminó ayer sin contemplaciones a los serbios de Bosnia para que cesen inmediatamente sus ataques, abandonen Gorazde antes de las dos de la madrugada de mañana, domingo, y franqueen el paso a la ayuda humanitaria y a los quipos médicos que se dirigen hacia la martirizada ciudad bosnia. En caso contrario, la Alianza lanzará su fuerza áerea contra los objetivos militares serbios que se hallen en un radio de 20 kilómetros. El Consejo Atlántico respondía así al desafío lanzado por los serbios bosnios contra la ONU y la OTAN, al asaltar la zona protegida de Gorazde y bombardear instalaciones de las Naciones Unidas al mismo tiempo que se reunían los embajadores de los 16 países aliados.

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El enviado especial de la ONU, Yashusi Akashi, informó al filo de la medianoche que los serbios aceptaban las condiciones del ultimátum, pese a que no habían detenido su ofensiva. Akashi se reunió en Belgrado con el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, y con los jefes civil y militar de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic y Ratko MIadic. El alto el fuego en Gorazde debe entrar en vigor al mediodía de hoy.El Consejo Atlántico dio a conocer su decisión sobre Gorazde a media tarde de ayer, para lo que interrumpió una reunión que continuó hasta entrada la noche. Finalizada ésta, los 16 embajadores lanzaron un segundo ultimátum que afecta a las cuatro zonas protegidas restantes: Bihac, Tuzla, Srebenica y Zepa. Las tropas serbo-bosnias tienen de plazo hasta la madrugada del próximo miércoles 27 para acallar todas las armas pesadas y cesar en sus agresiones a la población civil.

La decisión sobre Gorazde es la de mayor gravedad que ha tomado nunca la Alianza en toda su historia, incluyendo el ultimátum sobre Sarajevo. En estricta lectura permitía empezar los bombardeos anoche mismo -sin esperar ni siquiera que se cumpla el ultimátum para la retirada- si los serbios no cesaban inmediatamente sus ataques contra la ciudad.

"Nunca hemos desatendido una petición de Naciones Unidas y no lo haremos en esta ocasión", dijo el secretario general de la OTAN, Manfred Wörner. "Acción y no palabras es lo que hace falta", declaró antes de empezar la reunión este hombre, constantemente atormentado por la posibilidad de quiebra del prestigio de la Alianza. El 9 de febrero, cuando el Consejo Atlántico decidió su primero y efectivo ultimátum sobre Sarajevo, Wórner pronunció palabras muy similares.

Así, una vez más, como ocurrió en febrero, la Alianza Atlántica se juega todo el prestigio acumulado en 45 años de historia en una sola jugada, en este caso, para responder a una nueva petición de la ONU. El asalto de Gorazde, al violar las declaraciones de Naciones Unidas y hacer caso omiso a todas las advertencias occidentales y rusas, toca directamente al prestigio de la ONU y de la: OTAN. Pero mientras la primera institución se ha visto burlada en incontables ocasiones, la Alianaza sigue siendo todavía la última garantía de la seguridad en Europa y la única institución que todavía no ha visto erosionada su imagen.

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Más de 200 bombarderos se encontraban anoche en posición de levantar vuelo para castigar a los radicales serbios. Fuentes del Departamento de Defensa de EE UU indicaron que tenían ya marcados como objetivos 60 piezas de artillería pesada situadas en los alrededores de Gorazde.

La amenaza atlántica sobre Gorazde reviste carácter inmediato ante la magnitud de la carnicería producida por los serbios y el ataque a hospitales e instalaciones humanitarias. En cambio, el ultimátum sobre las otras cuatro zonas protegidas presenta mayores dificultades. La retirada de la artillería serbia de Sarajevo pudo realizarse gracias a la existencia de cascos azules en suficiente número como para controlar perfectamente el almacenamiento de las armas o su retirada de la zona. En las cinco zonas protegidas, incluída Gorazde, la ONU no ha conseguido obtener respuesta satisfactoria a sus constantes y dramáticas peticiones para que se incremente el contingente de la Unprofor, por lo que no hay fuerzas suficientes como para comprobar y garantizar que se efectúa la retirada. La fórmula empleada por el momento es la exigencia de un alto el fuego total, cuya violación se considerará motivo para emprender acciones de cobertura aérea.

Las medidas que se estaban cocinando anoche en la reunión del Consejo Atlántico no abarcaban únicamente la posibilidad de ataques sobre las baterías artilleras, sino sobre los polvorines, vías de suministro y estados mayores de las fuerzas serbias si no se respeten las condiciones impuestas por la Alianza. Wörner pidió, en concreto, un "uso más amplio de la fuerza aérea".

El principal problema que deben resolver los aliados es cómo obtener la retirada de los serbios sin poner en peligro las vidas de los 15.000 soldados de la Unprofor desplegados en Bosnia.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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