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La prensa extranjera en Serbia ha sido tratada como "enemiga" desde el comienzo de la guerra

La plataforma política de los ministros de Información serbios y yugoslavos en los últimos cuatro años ha consistido en "promover verdad sobre la lucha serbia". El concepto de la verdad nunca ha sido definido, de manera que ni la prensa nacional ni la internacional han podido acatar unas reglas precisas de actuación. Según cambiaba la definición del "interés nacional serbio", la interpretación de la verdad sufría modificaciones. Hay una constante desde el inicio de la guerra: la hostilidad hacia la prensa extranjera, estigmatizada en la televisión, como enemiga del pueblo serbio, mentirosa y tendenciosa.

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Los periódicos locales y, sobre todo, la televisión competían en desmentir las evidencias difundidas por los medios de comunicación internacionales. Por ejemplo, cuando el Ejército federal yugoslavo bombardeaba la ciudad croata de Dubrovnik, la radio y la televisión oficiales no sólo negaban la veracidad de las imágenes, sino que decían públicamente los nombres y apellidos de los periodistas extranjeros, quienes "en nombre del odio por el pueblo serbio difundían esta falacia".La campaña en contra de la prensa extranjera iba acompañada de la presión política y a veces física en contra de los medios de comunicación en Serbia, renuentes a aceptar la verdad oficial, es decir, las mentiras, sobre todo el diario belgradense Borba; el semanario Vreme, y la radio B-92.

El comienzo de la guerra en Bosnia coincidió con las primeras lecturas públicas de los nombres de los periodistas yugoslavos, calificados de traidores a la patria. Mil seiscientos periodistas , técnicos y administrativos en la radio y la televisión oficiales perdieron su trabajo en 1992.

Los pilares del régimen

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Si bien la televisión y el diario Politika, uno de los más prestigiosos en la antigua Yugoslavia, han sido los portavoces principales del nacionalismo serbio, Politika se distanció, hace un año, de la versión oficial de la verdad quedando tan sólo la televisión y la radio como los pilares del régimen. Las autoridades toleraron esta desobediencia, puesto que la tirada de los cuatro principales periódicos belgradenses no supera, en su totalidad, los 300.000 ejemplares.

Paralelamente a la campaña de desprestigio en contra de los medios internacionales, que simbolizan la conjura en contra del pueblo serbio, las autoridades nunca han dejado de seguir detenidamente la cobertura internacional de los acontecimientos en la antigua Yugoslavia. "La verdad sobre los serbios está penetrando en el mundo", solían comentar los telediarios oficiales, cuando las grandes cadenas de televisión CNN y Sky News abrían sus informativos con las imágenes de las matanzas de civiles serbios.

Si bien la satanización de la prensa extranjera nunca ha cesado, la presión en contra de los medios de comunicación yugoslavos era siempre más palpable: amenazas físicas y telefónicas. A medida que continuaba la guerra, la prensa serbia independiente incrementaba sus críticas en contra del régimen y su política bélica, lo que le supuso recibir el calificativo de "enemigos de la patria y pagados por los servicios extranjeros". De hecho, las denuncias encontra del régimen serbio publicadas en el semanario Vreme o el diario Borba superaban en su vehemencia la crítica de la mayor parte de los textos publicados en los medios extranjeros.

Por ello, el director de la televisión serbia Milorad Vucelic declaró que Borba y Vreme existen tan sólo para ser citados por los medios extranjeros. Es cierto, sin embargo, que diferentes instituciones internacionales, sobre todo la Fundación Soros, creada por el magnate financiero americano de origen húngaro, George Soros, han apoyado financieramente los periódicos, televisiones y radios independientes para que puedan seguir funcionando.

El fracaso de la campaña propagandística oficial llevó a las autoridades belgradenses a admitir: "Los serbios han perdido la batalla de la propaganda", pero tarde o temprano la comunidad internacional reconocerá la verdad y tomará conciencia de sus equivocaciones.

La nueva campaña en contra de los medios extranjeros que "satanizan al pueblo serbio" y que se ha traducido en retirar la acreditación a los medios de comunicación más importantes de Europa y Estados Unidos, representa, según las fuentes periodísticas independientes serbias, el inicio de la gran limpieza de los medios de comunicación locales, hostiles al régimen.

El régimen de Slobodan Milosevic siempre se ha preocupado de individualizar las culpas por los crímenes cometidas por las milicias serbias en Croacia y Bosnia-Herzegovina, como si todo el pueblo serbio fuera responsable.

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