Una pretenciosa película de indios
La historia del mítico guerrero apache chiricahua, el último indio en rendirse al Ejército de Estados Unidos en septiembre de 1886, y de cómo en unión de 34 de sus mejores hombres logra burlar al Ejército norteamericano, ha dado lugar a otras dos películas sonoras. La primera está escrita y dirigida en 1939 por Paul H. Sloane y protagonizada por Preston Foster, y la segunda producida y dirigida por Arnold Laven en 1962 con Chuck Connors en el papel principal, y ambas se titulan Gerónimo.Las tres están realizadas desde unas claras posiciones pro-indias pero las otras dos no llegan tan lejos como Walter Hill en esta ocasión. Gracias a narrar la historia de Gerónimo desde el punto de vista de un joven teniente que es testigo de su captura final, con una excesiva voz de fondo que va puntualizando los principales acontecimientos, Walter Hill subraya cómo el Ejército norteamericano incumple las sucesivas promesas que se hacen al pueblo apache.
Gerónimo, una leyenda
Director: Walter Hill. Guionistas:John Millus y Larry Gross. Fotografía: Lloyd Ahern. Música: Ry Cooder. Estados Unidos, 1993. Intérpretes: Jason Patric, Robert Duvall, Gene Hackinan y Wes Studi. Estreno en Madrid: Proyecciones, Arlequín, Vaguada, Liceo, Victoria, Albufera, Colombia, Ideal (V. o.).
Sin embargo, cualquiera de las otras dos versiones es más atractiva que la de Walter Hill en la medida que están mejor rodadas y no son nada pretenciosas. A pesar de las casi 20 películas que tiene en su haber, unos comienzos especialmente afortunados e incluso haber realizado en su primera época algún western interesante, como Forajidos de leyenda (1980), Walter Hill hace tiempo que se ha convertido en un realizador rutinario y sus producciones carecen de interés.
Torpeza
En Gerónimo muestra una especial torpeza, a pesar de estar especializado en historias de acción, para narrar las batallas, los enfrentamientos entre apaches y soldados, por huir demasiado de los planos generales y utilizar en exceso objetivos de larga focal.Basada en un sólido guión del también productor y realizador John Milius, Gerónimo resulta especialmente pretenciosa porque Walter Hill no consigue que sus imágenes tengan la trascendencia que el guión supone que tiene la historia. Esto hace que nazca un desquilibrio entre lo que se cuenta y cómo se cuenta que en nada favorece al resultado final.
Sin embargo, hay algunos momentos especialmente felices en la película, como la exposición de los hechos, la búsqueda final de Gerónimo por la frontera mexicana por cuatro personas, sin olvidar algunas escenas muy bien resueltas, tal como ocurre con la matanza de los cazadores de recompensas en un bar en mitad del desierto.
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