Ventanilla de quejas
El 19 de febrero de 1994 se precipitó al vacío un hombre desde el sexto piso de la calle de Maudes, 36. Era hermano de mi padre.Nadie comunica a la familia este suceso, del que nos enteramos fortuitamente cinco días después, a pesar de que la policía, bomberos y juzgado asisten al incidente.
En la comisaría correspondiente (calle de Rafael Calvo) nos dicen que esto era responsabilidad del juez.
Al acudir al Juzgado de Instrucción número 22, me veo obligado a pedir el nombre a la señorita que me atiende (segunda mesa a la derecha) porque, además de negarse reiteradamente a darme cualquier tipo de información, lo hace con unos malos modos difíciles de describir. Baste un ejemplo: "¿Darle yo mi nombre? Pues sí. Faltaría plus...
Al decirle que ya he pasado dos veces por la ventanilla de quejas (sita en el mismo edificio) por su culpa y recordarle que tiene obligación de tener su nombre en lugar visible, su compañero (tercera mesa a la derecha) se dirige a mí y añade: "Usted es un imbécil. Váyase ya. Pues menudo gilip... ".
Por supuesto, tampoco me da su nombre-
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