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36º CONGRESO DE UGT

Fuertes presiones sobre Cándido Méndez para que la nueva ejecutiva de UGT sea de integración

Cándido Méndez tiene en sus manos ser el sucesor de Redondo al frente de UGT. Sin embargo la formación del equipo que le debe acompañar durante los próximos cuatro años le está provocando los mayores dolores de cabeza de su vida. Ayer, recibió numerosas presiones tanto de las organizaciones que le apoyan como del sector crítico. Los primeros pretenden tener más poder y los segundos le lanzan mensajes de integración y que reserve dos de los sillones de la ejecutiva para ellos.

Las peticiones de los próximos a Méndez las han protagonizado los representantes de Madrid, Valencia, la Federación de Industrias Afines (FIA) y la de Enseñanza (FETE). A tal punto llegó este acoso que Méndez no tuvo por menos que decirles: "Que yo no soy la patronal, que soy un compañero vuestro". Madrid y Valencia no se conforman con tener sentado en la futura ejecutiva a José Luis Daza, actual líder de la unión madrileña. La FIA cuestiona la continuidad de Sebatián Reyna al frente de las finanzas del sindicato, en línea con las críticas que le ha venido dirigiendo en los últimos comités confederales. La FETE le pide una ejecutiva de integración.

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Con el sector crítico, aún no ha habido negociaciones directas, pero las puede haber hoy, en una reunión entre Méndez y su contrincante, Manuel Fernández Lito. De momento, éste ha mandado mensajes a Méndez a través de terceras personas. Si el consenso triunfa habría mañana una candidatura única. En los pasillos del congreso, ayer se podían recoger opiniones encontradas ante la posibilidad de que se alcance la integración.

La ejecutiva saliente

Otra de las presiones que sufrió ayer Cándido Méndez provino de la mismísima dirección saliente. Le pidió que mantenga las secretarías de Prensa y Formación, que el candidato oficial pretende que desaparezca en el primer caso y se convierta en una vocalía en el segundo. Al margen de las negociaciones a escondidas, los 800 delegados empezaron ayer, también a puerta cerrada, los debates en ponencia sobre política internacional, acción social, institucional, política sindical, organización y estatutos. La pugna entre los dos sectores se concentró ayer en la ponencia de estatutos.

La noche anterior, los delegados de UGT decidieron congelar sus diferencias y apoyar, prácticamente en pleno -con un 95,83% del total-, la gestión de su ya histórico líder, Nicolás Redondo. Hasta el máximo dirigente del sector crítico dio el sí. Tan sólo la federación de construcción, dirigida por Manuel Garnacho, votó en contra de Redondo, mientras que las uniones de Valladolid y Segovia optaron por la abstención. Esta votación, al margen del reconocimiento al líder, fue la que abrió un Pequeño boquete en el muro que separaba a los candidatos a suceder a Redondo.

Eran las seis de la madrugada. Tras 11 horas de debate, únicamente interrumpidas por 60 minutos de cena, el congreso de UGT decidió dar su penúltimo homenaje a Nicolás Redondo.

Un debate menos duro de lo esperado se saldó con un aplastante sí al informe de gestión del ya ex secretario general de UGT. El 95,83% del congreso le apoyó, el 3,28% le despidió con un no y el 0,9% se abstuvo.

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas para el equipo saliente. El responsable de organización, Antón Saracíbar, y el de finanzas, Sebastián Reyna, fueron el blanco de las críticas más duras, especialmente dirigidas desde la federación de construcción y desde los representantes de la delegación asturiana.

Saracíbar, una especie de ministro del Interior del sindicato, fue acusado de haber actuado con excesiva mano dura y de haber volcado el aparato en favor del candidato oficial, Cándido Méndez, y en claro detrimento de Lito. Reyna fue, por su parte, asaeteado por su oscurantismo en explicar la crisis de la cooperativa de viviendas PSV. A pesar de ello, la opinión del congreso es que la culpa del escándalo PSV la tuvieron los gestores de la cooperativa, en referencia implícita a Paulino Barrabés y Carlos Sotos. Precisamente, éste es el primer congreso en 40 años al que falta Barrabés, que fue dirigente durante muchos años de UGT.

Las grandes sorpresas del extenso debate de anteanoche fueron las intervenciones tanto de Lito como del secretario general de Cataluña, José María Álvarez. De ambos se esperaba una intervención sumamente crítica, que luego no lo fue tanto. Los dos votaron a favor de la gestión de Redondo y Álvarez tomó la bandera de la integración en una única lista de los dos candidatos a suceder a Redondo.

Este amago de integración no se tradujo a lo largo del día de ayer en algo más sólido, aunque sigue latiendo en las conversaciones de despachos y pasillos que están caracterizando a este congreso.

Apelando a la historia

Manuel Garnacho, que acompaña a Nicolás Redondo en la dirección ugetista desde hace más de 20 años, fue particularmente agresivo con éste. El líder de la construcción apeló precisamente a la historia para dirigir un varapalo a Redondo. Garnacho le recordó el congreso de Toulouse de 1971 -el Suresnes de UGT-, en el que los dirigentes del interior arrebataron el poder a los ugetistas del exilio. Allí se discutía si se daba un voto de castigo a Manuel Muiño, un anciano venerable que les hablaba de la España anterior al estallído de la guerra civil en 1936. Garnacho le recordó la madrugada pasada a Redondo sus palabras de entonces. "Las organizaciones son más importantes que las personas", dijo ante aquel congreso Redondo, quien no dudó en apoyar el voto de censura con el que Muiño resultó castigado en su retirada de la secretaría general ugetista.

Hace unas horas, en plena madrugada del jueves al viernes, Redondo tuvo los primeros y últimos votos negativos en contra de su gestión que ha recibido en los 18 años que ha estado al frente del sindicato. Los emitieron tan sólo un 3,25% de los 800 delegados, en contra de lo pronosticado por algunos.

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