Codos 'cum laude'

Hay expedientes académicos que dan vértigo. Pero el de María Luisa Rodríguez Vozmediano, una granadina de 24 años, es terrorífico: 25 matrículas de honor en las 25 asignaturas que cursó durante sus cinco años de carrera en la Facultad de Derecho. Ni un mísero notable ni un suficiente respingón. Nada. "La verdad es que no me considero una superinteligencia", argumenta con modestia. "Lo mío se basa más en la voluntad, en estudiar mucho". Lo suyo, dicen algunos, son "codos cum laude". Hasta hace un par de días, cuando su expediente saltó a la prensa, María Luisa Rodríguez, natural de Motril, había sobrellevado con paciencia su cruz de empollona desde que se licenció en 1992. "Pero ahora no deja de sonar el teléfono", se queja. Después explica el truco que la ha convertido en la alumna más laureada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada: "Sobre todo, organizarme y estudiar una media de diez horas diarias". Pero sólo de lunes a viernes. "Los sábados voy a tomar copas, y casi todos los días, por la tarde, salgo con mi novio. Antes, cuando estudiaba la carrera, era más intenso. El resto de la semana no se me veía el pelo".

Lo de su expediente académico no viene de nuevas. Sus notas desde primero de EGB hasta COU tienen como denominador común el sobresaliente. "Para mí estudiar fue siempre algo de la conciencia. Si hacía cualquier cosa sabiendo que tenía que estudiar me daba un remordimiento de conciencia que me moría. Mi madre incluso me convenció para que estudiara menos". Sólo la suspendieron una vez en su vida. "Fue en COU, en Física. El profesor creyó que yo había copiado. el examen y me rebajó la nota de un nueve a un cuatro., Yo me moría de rabia". En Derecho pudo resarcirse de aquella afrenta. "Cuando empecé la carrera yo decía que terminaría siendo presidenta del Gobierno. Pero al final me he decidido por una cosa más modesta".

La brillante licenciada está en paro y ahora prepara unas oposiciones para el Registro de la Propiedad. "Creo que es un trabajo muy organizado y podré tener más tiempo libre". Su horario de trabajo sigue siendo, mientras prepara las oposiciones, tan duro como sus notas. Sesión de estudio desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Una hora para almorzar y luego, de cuatro a nueve, de nuevo ante los libros. Un paseo de un par de horas y regreso a la mesa de camilla hasta las tantas. "Realmente, lo que mas odio en este mundo es el flexo. Me encantaría tener un ático con mucha luz", dice.

Confiesa que, a la hora de hincar los codos, tiene sus manías. "Siempre estudio en voz alta y, cuanto más concentrada estoy, más alto hablo". Echa mano de grandes dosis de café frío, sin azúcar, y de un cronómetro con el que calcula cuánto tiempo tarda en responder a una pregunta.

No tiene vicios, pero sí algunas fobias que ahora, al cabo del tiempo, ha decidido revelar. "Antes, cuando me preguntaban por mis gustos, siempre decía que me encantaba la, lectura. Era mentira. No me gusta nada leer. Si a alguien le gusta leer después de tirarse 10 o 12 horas estudiando es que no está muy bien de la cabeza". También detesta la televisión. "Sólo veo los informativos".