La corrupción salpica a las más altas autoridades de Río
Casi un año y medio después de la destitución del presidente Fernando Collor, en Brasil ha estallado un nuevo escándalo de corrupción en el que aparecen implicadas las más altas autoridades de Río de Janeiro, con la poderosa mafia del juego clandestino. La policía ha incautado en las oficinas de Castor de Andrade, uno de los principales jefes mafiosos, 17 libros de contabilidad y 160 disquetes de ordenador en los que la mafia del juego registraba los sobornos pagados a las autoridades. La lista de presuntos sobornados incluye al gobernador de Río de Janeiro, Nilo Batista, el alcalde carioca, César Maia, una gran cantidad de jefes policiales, jueces, fiscales y diputados provinciales y federales.
"Cuando termine esta investigación, no sé si va a quedar alguien en pie en la policía de Río", comentó el presidente del Colegio de Abogados de Brasil, Sergio Sveiter, uno de los testigos de la apertura de las cajas fuertes donde estaban los documentos del juego clandestino.
En Brasilia, la Dirección Impositiva admitió que la mafia del juego puede haber corrompido también a algunos inspectores de impuestos. Los banqueros del juego llevan una vida opulenta y ostentosa, controlan algunos de los principales clubes cariocas de fútbol y financian con sus fortunas el fastuoso carnaval carioca, pero jamás pagan impuestos y raramente reciben la visita de los inspectores de hacienda.
Estos mafiosos controlan el llamado jogo do bicho (juego del bicho), una lotería ilegal de enorme arraigo popular en la que se apuesta por animales en lugar de. números y que mueve diariamente entre tres y cinco millones de dólares. Este tipo de apuestas ha sido perseguido inútilmente desde finales del siglo pasado, pero hace algunos años que las autoridades lo toleran alegando que lo hacen debido a la popularidad del juego y para evitar que los tahúres sobornen a la policía.
La investigación sobre los libros de contabilidad de Castor de Andrade puede ser el golpe de gracia a la mafia del juego. En octubre del año pasado una juez de Río de Janeiro, Denise Frossard, rompió con la tradicional impunidad de los mafiosos del juego al procesarlos por "asociación para delinquir" y mandarlos a prisión.
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