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'The New York Times' arrincona los tópicos en un reportaje sobre el Madrid de verdad

La Cervecería Alemana, el Morocco y Casa Patas forman ya parte de la imagen renovada que los americanos tienen de Madrid. Un amplísimo reportaje dedicado al Madrid de 1994 y publicado el domingo en la sección de viajes del diario The New York Times acaba de aportar su grano de arena en el derrumbamiento de la imagen de pandereta que se tiene de España. Los autores no disimulan su enamoramiento de Madrid, no el de los tablaos de Bailén ni el de las marisquerías-jamonerías de la Gran Vía, sino el de la plaza de Santa Ana, Lavapiés y las tabernas de los Austrias.

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Acostumbrados a la gloria

La neoyorquina Penélope Casas es una declarada hispanófila y especialista en tapas que ha publicado multitud de libros sobre cocina española. Sólo su esfuerzo por describirles a los yuppies de Manhattan lo que supone comerse un cocido en Malacatín o en La Bola es ya una tarea encomiable.

Chicas de noche

Alan Riding, corresponsal de The New York Times en París, reconoce que para pasárselo bien en Europa lo que hace es coger el tren hacia el sur. "Atenas y Roma son más viejas, París y Praga son más bonitas, pero ¿qué capital europea puede igualar a los enérgicos, gregarios e insomnes habitantes de Madrid?", se pregunta Riding. No obstante, recomienda expresamente que se evite la Puerta del Sol (su lugar preferido en Madrid es la plaza de la Villa). Lo que sin duda más sorprende a los reporteros del Times son los horarios de los madrileños. "La siesta no se inventó para los turistas", dice Riding, "pero es un elemento esencial de supervivencia en una ciudad donde la gente queda para cenar a las 10, los espectáculos comienzan a medianoche y los bares y discotecas están abiertos hasta las cuatro de la mañana o más tarde".

Tampoco encaja en los esquemas de un nativo de Nueva York (ciudad donde, por citar un dato infame, han muerto unas 300 personas por armas de fuego en lo que va de año) que Ias chicas [en Madrid] parezcan sentirse seguras deambulando por bares y discotecas después de la medianoche".

Entre las tabernas que Penélope Casas enumera como las mejores de la ciudad se encuentran no sólo las del Madrid de los Austrias, sino también las de Huertas y Chueca, nombres inéditos en la prensa americana. Tampoco se olvida de las del barrio de Salamanca: Casa Puebla ("frecuentada por toreros y por el director de cine Pedro Almodóvar") y Peláez. Del "teatro de la ópera", Riding dice sólo "que Ileva años en obras" y de la catedral de La Almudena explica que "no es interesante". Entusiasmado por haber disfrutado del "flamenco auténtico", el corresponsal de uno de los periódicos más importantes de Estados Unidos se emociona de verdad al recomendar a sus lectores que visiten los bares andaluces de la Cava Baja y la Casa Patas, en la calle de Cañizares, o que vayan al Morocco a codearse con Ios nombres más calientes del mundo del cine y de la moda de Madrid".

The New York Times no puede evitar en su artículo nombrar a las tunas universitarias y al Museo del Prado. Pero el espíritu de este nuevo mensaje acerca de Madrid se resume en el último párrafo: "Los madrileños han aprendido a habitar su ciudad, a hacerla suya, como actores ocupando un escenario. Y vaya representación. Lo bueno es que animan al público a participar".

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