_
_
_
_
_
Reportaje:

El grito del cuerpo infantil

El insomnio, las malas notas y muchos trastornos de los niños esconden problemas psíquicos

En el mundo íntimo de los afectos germinan las semillas de la personalidad, y a veces no hace falta esperar muchos años para que éstas maduren en forma de problemas psíquicos. Los niños y adolescentes pueden utilizar como vía de expresión de sus conflictos las malas notas, el rechazo a la familia o las drogas. Los bebés también puede reaccionar negándole la sonrisa a su madre. Pero cuando el comportamiento no habla, el cuerpo lo hace en su lugar. La colaboración, cada vez más frecuente, entre psicólogos, psiquiatras, pediatras y neonatólogos comienza a dar soluciones a dolencias físicas infantiles, inexplicablemente resistentes a los tratamientos convencionales, desde los vómitos sistemáticos hasta los retrasos en el crecimiento.Las dificultades en el estudio y la mala relación con la familia son los principales problemas que los padres, desbordados, consultan con Cristina Barandiarán, de la escuela de psicoanálisis Grupo Cero. Ana Aromi y Carmen Cuñat, especialistas en niños integradas en la Escuela Europea de Psicoanálisis, cuentan también las fobias, los comportamientos anómalos y las alteraciones del sueño entre las formas que tienen los niños de quejarse. Ambas aseguran que "cada vez hay más padres que llevan a sus hijos a que hablen ante otro. Cuando el niño nota que lo que dice es escuchado con interés, siente un alivio casi inmediato, porque lo normal es no dar importancia a lo que dicen".

Cuando en casa se agota la paciencia, las consultas de los psicólogos ofrecen distintos tratamientos según la orientación teórica de partida.

Para un psicólogo de conducta como Miren Larrazábal, el comportamiento es un aprendizaje adquirido como respuesta a estímulos que se mantienen por ciertos condicionantes. Su estrategia para devolver a un niño la ilusión por el colegio consistiría en asociar éste a estímulos agradables y el juego sería un mero instrumento de relajación.

El sociólogo y psicoanalista Fernando Egea trabaja desde hace seis años con el servicio infanto-juvenil del hospital Clínico de Madrid. Sus pacientes padecen alergias, asma, dermatitis, cefaleas, dolores abdominales o úlceras, y a menudo basta con terapias de pocos meses con padres e hijos para solucionar una dolencia que llevaba camino de hacerse crónica.

En su opinión, la medicina psicosomática infantil es una de las aportaciones más novedosas del psicoanálisis aplicado, especialmente en lo relativo a bebés: observándolos a ellos, a sus padres y la forma en que se tratan mutuamente se ha conseguido incluso elaborar escalas que anticipan las patologías que se podrían presentar.

"Evidentemente, no se hace un psicoanálisis al bebé", continúa Egea, "pero sí utilizamos el conocimiento psicoanalítico para entender lo que está ocurriendo. Todos tenemos la vía verbal, el comportamiento y las enfermedades físicas para expresar un problema. El bebé sólo utiliza dos medios. A veces no sonríe ni juega con su madre, está muy inquieto, rechaza el contacto. Esto crea una gran angustia en la madre".Autismos

Aquí se incluyen los autismos, cuyas posibilidades de curación aumentarían si se detectaran desde los tres meses, como parece posible, según Egea. "Lo malo es que se diagnostican a los dos o tres años, y a veces es tarde para intervenir". Además de estas alteraciones, los síntomas físicos de los niños más pequeños pueden ser vómitos sistemáticos, diarreas, insomnios, patologías del aparato respiratorio, como bronquitis de repetición, o retrasos en el crecimiento.

El enfoque defendido por este especialista es que la causa de los problemas del lactante ya no se busca sólo en los padres, sino en cómo se relacionan los tres. "Cada bebé es diferente", explica Egea. "Algunos lloran mucho o no duermen, y otros son encantadores. Y la madre se encuentra con tres niños a la vez: el que ella imaginaba durante el embarazo o aún desde antes, el que tiene en sus brazos y aquél en quien desea convertirlo. Si esperaba un niño tranquilo y en cambio nace uno inquieto que no logra calmar por mucha paciencia que ponga, es probable que ella sufra una depresión. que la aleje de su hijo, y él empezará a mostrar síntomas. La relación madre-hijo es como un paso a dos; cuando uno no lo sigue empiezan los problemas. Nuestro trabajo consiste en encontrar dónde se produce el desencuentro".

El placer inmediato

El sociólogo y psicoanalista Fernando Egea percibe en la sociedad actual, especialmente en niños y adolescentes, un incremento de conductas en las que se causa daño al prójimo por puro placer, y cree que una de las causas es la educación recibida. "Los adolescentes de hoy han sido criados como déspotas, como los reyes de la creación, porque se partía de la base de que no se les podía frustrar. La realidad es que, si durante los primeros años de vida no se establecen límites, la estructura de la personalidad del niño le hace querer, a cualquier edad, una gratificación inmediata; el mismo comportamiento que el del niño de dos años". La apreciación de Carmen Cuñat, psicoanalista, tiene que ver con la falta de ideales. "En este momento", dice, "el ideal de familia que acogía a sus retoños y les planificaba la vida ya no existe, como tampoco la religión u otros antiguos puntos de referencia. Los niños que están en esta movida lo tienen mucho más crudo y no hay que esperar a que crezcan para que reaccionen. Creo que lo mejor es considerarlos sujetos responsables desde el principio".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_