Las 16 monjas “herejes” de Burgos rompen con El Vaticano
Una comunidad de clarisas en Belorado se alía con un religioso excomulgado por no dejarles la Iglesia comprar un convento
El cisma burgalés ha comenzado. Las 16 monjas clarisas de las localidades de Belorado y Orduña han roto con Roma y en lugar de colgar sus tesis en la puerta de una iglesia han optado por un comunicado virtual para anunciar su distanciamiento con El Vaticano. Todo, por negarles la Iglesia la compra de un monasterio en Orduña (Bizkaia). Las hermanas hablan de una “persecución” y, ante tal oprobio, han renegado del Papa Francisco y se han acogido a la Pía Unión del Apóstol San Pablo, considerada secta según la Iglesia católica, coordinada por Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en 2019 por Mario Iceta cuando este comandaba el obispado de Bilbao. La rebeldía la lidera sor Isabel de la Trinidad, madre abadesa de las clarisas, consciente de que su movimiento hará santiguarse a más de uno: “Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen”.
La disputa tiene su origen en el ámbito inmobiliario. Las hermanas querían adquirir el monasterio de Orduña, pero se han topado con que la Santa Sede no les otorga la “licencia de venta del convento de Derio (probablemente seguirá en el despacho de D. Mario Iceta ―el arzobispo de la Diócesis burgalesa― y de la M. Presidenta hasta el fin de los tiempos...)” y arremeten contra ellos por no permitirles “cumplir los pagos” del monasterio citado y cancelar el contrato de compraventa “sin previo aviso” después de tres años.
“Esto de las propiedades debe ser muy goloso para algunos, ya que aparece como telón de fondo de artimañas de las que hemos sido objeto estos años. Es un modus operandi, desmontar comunidades de línea tradicional y quedarse con sus inmuebles para venderlos. Hemos conocido ya bastantes casos”, esgrimen las hermanas en una denuncia rotunda contra esos adversarios poco espirituales según ellas: “Han puesto palos de rueda a nuestra comunidad en todos los frentes: su fama y su avance, sus decisiones, sus trabajos, sus mayores, sus familiares y al fin su vida y su sosiego”. Tal es su indignación que se distancian de la Santa Sede y abrazan ”la tutela y jurisdicción” de Pablo de Rojas, considerado según ellas “obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica” pero no tan respetado por las autoridades eclesiásticas que lo sacaron del rebaño en 2019.
Las religiosas, de la orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, han presentado un documento donde reniegan de Francisco y de sus predecesores hasta Pío XII, fallecido en 1958. La operación ha sacudido a la Diócesis de Burgos, pues hasta este divorcio apenas tenían más trascendencia que la popularidad de sus dulces, chocolates y trufas y su visita al festival gastronómico Madrid Fusión. El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha comparecido este lunes en rueda de prensa para negar que la abadesa haya contactado con él y que el párroco de Belorado, Ángel Santamaría, le ha aportado algo de luz: “Un tal don José” oficiará la misa de este lunes por la tarde. Iceta ha rogado a la congregación de Belorado que “se abstenga de participar en ningún acto litúrgico” en el monasterio de Santa Clara de Belorado y en el de Orduña.
La Archidiócesis de Burgos ha reaccionado también a golpe de comunicado digital. El texto recoge que hace unas semanas el delegado episcopal visitó la agrupación y no logró entrevistarse con sor Isabel, si bien las hermanas Paloma y Belén “manifestaron que estaban contentas y tranquilas con toda la atención que se les prestaba tanto en Belorado como en Orduña”. La Archidiócesis ha informado de que la controversia emana de que, efectivamente, las monjas rebeldes acordaron comprar el monasterio de Orduña, en desuso y ofrecido desde 2002, por 1,2 millones de euros. Primero aportaron 100.000 euros y se comprometieron a pagos regulares, si bien estos no se produjeron. “En marzo de 2024, sor Isabel manifiesta tener un benefactor que comprará y pondrá a nombre del propio benefactor el Monasterio, llegarán a un acuerdo de uso y lo revenderán a la comunidad de Belorado cuando obtengan el importe procedente de la venta del Monasterio de Derio”, reza el mensaje, despertando así “sospechas de que esa persona era ajena a la Iglesia Católica”.
El obispo de Vitoria y su vicario acudieron a Orduña y Belorado sin lograr verse con sor Isabel, quien “no puede recibirlos”. Sor Paz y sor Sión les confiaron que solo ella sabía quién era el comprador, sin aclararles el nombre. Ante el temor de que Pablo de Rojas Sánchez-Franco anduviese detrás de la operación, se decidió rescindir la compra-venta denunciada por la no tan desaparecida sor Isabel. Esta monja sí acudió al notario donde se la citó para zanjar esta rescisión: allí acudió con Paz y Sión para entregar “un pliego reclamando 1,6 millones de euros como pago por el importe de las obras realizadas por su comunidad en el Monasterio de Orduña y un 30% por daños y perjuicios”. Sor Isabel no aceptó la rescisión del contrato y decidió llevar la cuestión a instancias judiciales. Después, cargó contra la Iglesia de Roma, despotricó de los Sumos Pontífices recientes y criticó a ese “señor” llamado Jorge Bergoglio. Las 70 páginas del manifiesto concluyen así: “¡Dios nos libre de los lobos con piel de oveja!”.
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