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Entrevista:

"A ver si la derecha cumple sus promesas"

Tras la derrota electoral, parece obvia la necesidad de preguntar a Achille Occhetto si piensa dimitir. Su respuesta es: "Si una parte, aunque sea mínima, de mi partido -que aún no he oído- considera necesario que me retire, no tendría problemas. Todos entienden ya que el oficio de político es más un peso moral que una canonjía". Sin embargo, los resultados electorales tranquilizan personalmente al derrotado, ya que con un 60% de votos en su circunscripción uninominal de Bolonia resulta el líder político más apreciado de toda Italia. Pero se trata sólo de una pequeña consolación, y Occhetto parece más bien aburrido de "esta historia", dice, "del partido que no existe, del líder ausente, como si todos fueran líderes, todos supermanes". Y no entiendo a qué viene esta inquina contra el PDS, un partido que a pesar de venir de la tradición comunista está obteniendo un éxito único en la izquierda mundial.Pregunta. Aparte el orgullo de equipo, ¿cómo Vive la errota?

Respuesta. Con la complejidad con que la viven el partido y todo el cuerpo democrático. Hemos descubierto un país profundamente dividido en su estado de ánimo. Por ejemplo, también en mi partido hay una parte considerable de Italia que hace fiesta, que brinda, que no se considera derrotada".

P. Las regiones rojas de toda la vida: Emilia, Toscana, Umbría...

R. No sólo ésas. También las Marcas; en los Abruzos, en la tierra de De Gasperi, hoy existe una alegría comprensible.

P. Déjese de tonterías, secretario: la izquierda ha perdido.

R. He dicho inmediatamente que la triunfadora es la derecha: hoy existen varias Italias, lo cual no cambia la suma total, que da a la derecha la mayoría absoluta... Pero veo en ella una fragilidad: no es como la vieja Democracia Cristiana, no será capaz de garantizar el esqueleto del nuevo sistema político... Quiero ver si van a cumplir las promesas, ese millón de puestos de trabajo, la reducción de los impuestos, si respetarán la autonomía de la magistratura frente al Ejecutivo...

P. Hay ya quien habla de un arreglo de cuentas en el frente progresista.

R. ¡Pero si el PDS ha crecido cuatro puntos en dos años! Hay que volver a atacar enseguida, manteniendo intacto el frente progresista... Todas las fuerzas de izquierdas han sido derrotadas estos años en Europa... Si hubiésemos podido, nos habríamos aliado también con los católicos democráticos. Le había planteado a Martinazzoli la posibilidad de que apoyara un Gobierno de las izquierdas incluso sin entrar en el Polo Progresista.

P. ¿Y no cree que eso ha podido hacerles perder votos en los comicios?

R. El no haber sabido decidir les ha dado un resultado que ahí está: han mantenido algunos personajes decentes en la nevera. Lo cierto es que, igual que en el pasado, en el tránsito del sistema liberal al régimen fascista, lo mismo que entonces los liberales tuvieron más miedo del reformismo que de la nueva derecha, también ahora una parte del mundo católico se ha asustado más de la izquierda que del nuevo peligro de derechas...

Yo invito hoy a todos los católicos y a toda el área de centro, política y cultural, a que reflexionen con serenidad, sin polémicas. Y enseguida, todos a trabajar juntos: no queremos un enfrentamiento seco entre izquierdas y derechas. Lo que hace falta es una oposición serena y resistente para construir una alianza democrática más amplia y el Gobierno democrático del futuro. Pronto deberemos recoger los vidrios rotos, reparar los daños de la derecha, reconstruir e innovar.

P. Insisto: ¿no ha habido un solo error, algo que no volvería a hacer?

R. No somos tan presuntuosos como para pensar que solos podíamos haber parado a la derecha. Si acaso, nos ha faltado un aliado: un centro que contrastase eficazmente con la derecha. Ciertamente, habrá habido errores por nuestra parte, pero también los han cometido los otros. En política existen los vasos comunicantes.

P. Por ejemplo, los que han permitido ganar a Silvio Berlusconi unas elecciones en tan sólo dos meses. ¿Se lo esperaba?

R. Desde diciembre a hoy, desde la victoria de las alcaldías a los resultados de ayer, está en medio una invención rápida y hasta genial: la colocación en el mercado de un movimiento organizado en un sector cercano a la política, es decir, Forza Italia.

Ha sido una inyección violenta a la sociedad, una sorpresa, un pegamento entre las tantas derechas que ya se habían asomado a la escena en las elecciones administrativas, pero que por sí solas no conseguían unirse. Y también una excusa para mucha gente que creía que votar a Silvio Berlusconi no era votar a la derecha. Tenían a la vieja mamma, la Democracia Cristiana. La han perdido, y han recuperado a un nuevo papá.

P. ¿No tiene miedo de que Berlusconi, en sus intentos de formar Gobierno, pueda captar a algunos de sus diputados?

R. Sería un hecho gravísimo... Dios mío, Judas los ha habido siempre, pero no creo.

© La Repubblica / EL PAÍS

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