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Los reformistas mantienen el control del PRI tras el 'destape' de Zedillo como candidato presidencial

El destape de Ernesto Zedillo Ponce de León como nuevo candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a las elecciones presidenciales del 21 de agosto en México ha devuelto la normalidad a la vida política y financiera del país, muy agitada en los últimos tres meses. Observadores políticos estiman que con Zedillo, un tecnócrata comprometido con la política reformista de los últimos cincos años, el presidente Salinas de Gortari ha conseguido volver a imponerse dentro de su partido y hacer valer la continuidad de su proyecto de cambio.

En un país como México, donde funciona la mano negra, cada vez es más creíble que todo lo que está pasando desde el 1 de enero, fecha del levantamiento zapatista de Chiapas, es una conjura contra Carlos Salinas de Gortari, el presidente que puso en marcha la modernización de México. No hay que olvidar, se asegura en círculos políticos, que el asesinado Luis Donaldo Colosio "más que el hombre era su hombre" para garantizar la continuidad del proyecto.Chiapas, pese al contexto social en que se produce, manchó de lodo y sangre el Tratado de Libre Comercio (TLC), el gran logro de Salinas para México. El TLC no sólo entraña progreso y una política económica compartida por los tres países de América del Norte, sino también la histórica reconciliación entre México y Estados Unidos, algo que ciertos sectores ultraconservadores de la vieja clase política mexicana no han querido nunca entender.

Con la llegada, en 1988, al Gobierno de México de Salinas y sus tecnócratas, entre ellos el malogrado Colosio y su ahora sustituto Zedillo, este país latinoamericano estrenaba una nueva generación de gobernantes: gente joven, formada en universidades norteamericanas y más interesada por las corrientes internacionales de apertura de mercados que por la vieja añoranza revolucionaria de esa otra clase política que necesita de la conjura y el ocultismo para acceder y mantenerse en un poder que, además, utiliza para el enriquecimiento ilícito.

Colosio, discípulo pero también amigo de Salinas, hizo el trabajo más duro entre 1988 y 1991, pero a la larga eso le valió como puntuación para ser el candidato: limpió el PRI. Si bien su trabajo reformista como presidente del PRI no fue del todo consumado, al menos consiguió jubilar al número necesario de dinosaurios que le iba a permitir a su gente y a él hacerse con la mayoría dentro del partido e imponer una nueva forma de pensar y hacer la política mexicana.

La renovación

El destape de Colosio y ahora el de Zedillo demuestran que en México mandan los renovadores. Hay gente que se horroriza aún al recordar que, horas después de la muerte de Colosio, ya había algunos grupos de priístas que pedían la vuelta al poder del ex policía Fernando Gutiérrez Barrios.Los intentos de desestabilización contra el Gobierno de México no han conseguido de momento afectar el modelo económico, que increíblemente ha resultado estar tejido de acero. El presidente norteamericano, Bill Clinton, al librar horas después del asesinato de Colosio 6.000 millones de dólares para la línea de crédito con México, demostraba no sólo de qué lado estaba, sino con quién se entiende en México. Lo mismo ocurrió con los países de la OCDE, que decidieron sin dudarlo aceptar a México como socio al día siguiente del magnicidio.

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En este clima de unidad entre los medios salinistas preocupa la actitud personalista de Manuel Camacho, el hombre que perdió en noviembre el destape frente a Colosio. Camacho, salinista al menos hasta noviembre, jamás le perdonó a Colosio que éste le ganara en zancada y desde entonces su hostilidad ha sido manifiesta. Manuel Camacho ha sido el único político mexicano que no tuvo palabras de deferencia hacia Colosio hasta su reciente asesinato.

Hoy Camacho, que hizo todo lo posible para deslucirle la campaña electoral a Colosio en estos últimos meses, tiene por delante la dificil misión de conseguir la paz en Chiapas como comisionado gubernamental que es, pero se ha quedado sin norte y sin amigos en la política mexicana, según se asegura en medios políticos de la capital.

El martes, al enterarse del destape de Zedillo, Manuel Camacho le envió una carta expresándole su apoyo, lo que estos mismos medios políticos interpretan como "un intento desesperado de querer salir del propio lodo que él mismo se ha echado encima".

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