Clase de religión
El Tribunal Supremo ha dicho que el estudio asistido como alternativa a la clase de religión católica supone una discriminación para los alumnos que optan por esta segunda opción, ya que no gozan de los beneficios que les reportaría la primera. Se supone que el Estado, al buscar la alternativa a la clase de religión, se decide por alguna actividad beneficiosa para los alumnos que opten por ella. Por tanto, la Iglesia católica, sea cual sea la alternativa que se proponga a la clase de religión, considerará que sus fieles son perjudicados por no poder disfrutar de esa otra clase, e igual que ha hecho esta vez, echará abajo cualquier propuesta que vaya por este camino.La solución es clara: que la clase de religión pase a ser una asignatura voluntaria, pero sin más alternativa para el alumno que irse a casa o al recreo. Así a la Iglesia se le acabarán los argumentos, cuando menos los racionales. Nos vendrá, probablemente, con la peregrina justificación de que los niños prefieren el recreo a las clases; se olvidan que son los padres los que escogen, y nos los hijos, que si por éstos fuera no existirían los colegios.
Por ser la Iglesia católica una organización no pública y voluntaria, debería preocuparse sólo por los suyos, y no por los que libremente deciden no asistir a sus clases por lo que sea. La oposición irracional de la Iglesia a esta lógica opción nos demuestra que su único objetivo es no perder adeptos, y de ahí su afán por conseguir que la alternativa a la religión no sea el recreo.-
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